Reseña Rayo Negro Saladin Ahmed Christian Ward
Jose Ramon Alvarez Garcia
15 noviembre, 2018

Rayo Negro, personaje emblemático de la familia real de los Inhumanos, es el protagonista de esta serie, guionizada por Saladin Ahmed y dibujada entre otros por Christian Ward.
Estamos ante un personaje que desde su primera aparición hace siglos en la serie The Fantastic Four nº 45  se ha caracterizado por tener un poder extremadamente peligroso para quienes le rodean, y es que su voz puede destruir cualquier cosa, asi que le toca quedarse calladito, ( casi siempre) , siendo su esposa Medusa quien se exprese por él.
Lo cierto es que con los años, el estatus de los Inhumanos ha ido cambiando, y en los últimos años, desde la expansión de las nieblas terrígenas por la tierra y la proliferación de Inhumanos por todas partes, imitando lo que en su día era la aparición espontánea de mutantes por todo el globo terráqueo, todo esto ha afectado claramente al personaje, hasta el punto de descubrir que el lugar de Rayo Negro ha sido ocupado por su hermano Máximus gracias a un inductor de imagen.

En este tomo veremos como el personaje es trasladado a una prisión espacial, que sólo conoce la familia Real Inhumana, y en donde Rayo Negro y todos los personajes que vamos a encontrar allí son privados de sus poderes.
Esto va a dar lugar a ciertas situaciones y sobre todo ciertas reflexiones sobre el personaje, su familia, su pasado y el compañerismo carcelario, y es que el roce hace el cariño ( no, no se le cae el jabón en la ducha, no va por ahi la cosa ) ,pero Rayo Negro va a desarrollar una amistad con otro personaje que se las trae, el Hombre Absorvente.

Lo primero que vamos a ver es un entorno enfermizo, en donde los personajes además de perder sus poderes están sujetos a todo tipo de experimentos psicológicos, perdida de privación sensorial, y unos juegos mentales por parte de El Carcelero, que es quien maneja todo, secundado por Spyder, un preso con ciertos privilegios, y es que hacer la pelota cuando estás en la cárcel siempre ha tenido sus ventajas.

El primer número es todo confusión, Rayo Negro no sabe ni donde está, y el dibujo de Christian Ward y sus composiciones de viñetas contribuyen a aumentar esa confusión.
Por otro lado, como suele ser habitual en cualquier pelicula o serie cuyo tema de fondo es la cárcel, hay unos roles definidos, y es que al pelota que se dedica a hacer la vida imposible al nuevo tienes el tipo duro que conoce la cárcel que acaba haciendose amigo de este, papel que desempeña el Hombre Absorvente, el cual es acompañado por otros dos personajes, que también cumplen su función: El Amo del Metal y Ojitos.

El tomo tiene dos partes, una primera, en donde Rayo Negro intentará salir de su prisión y una segunda en donde baja bastante el nivel, desde mi humilde punto de vista, pero una vez leído, te da que pensar en cuanto a la integridad de los personajes, y es que muchas veces ni los buenos son tan buenos ni los malos son malos del todo.

Por un lado veremos como la honorable familia Real de Attilan fomenta la creación de una prisión absolutamente infernal, en donde además están pasando cosas que ni se imaginan. Vale que los malos son malos, y si tienen superpoderes son muy peligrosos, pero aquí se viven situaciones totalmente demenciales.
Además, escarbando en el pasado de Rayo Negro, a través de flashbacks muy bien traidos, el padre de este era un pieza de cuidado.
Por el otro, está el Hombre Absorvente, quien tiene un pasado detrás, que nos será contado en el número 4 de la serie, pero  que a pesar de la vida errante que ha llevado, es un tio que se enamora, que tiene sentimientos y que es muy colega de sus colegas, o sea, La Brigada de Demolición, que siempre han pasado por ser unos fracasados que han servido de saco de boxeo a los Vengadores, en particular a Thor.
El caso es que llegados a este punto, el Hombre Absorvente decide hacer algo bueno con su vida y se gana el respeto y la amistad de Rayo Negro.

En resumen, una serie que empieza muy bien pero que se acaba desinflando, pero que se deja leer y que tiene su gracia.