De la unión de dos gigantes de la cultura española, José Antonio Marina, uno de los filósofos más interesantes del panorama actual, divulgador, activo, mediático, conectado al presente… y del talento del dibujante e intelectual Antonio Mingote nace este volumen, un rara habis en la historia del arte.
Es una interesante reflexión sobre la evolución de la creación artística y de la pintura como forma de expresión. Ésa es la auténtica protagonista: “es una biografía de la pintura, y sólo secundariamente una historia de los pintores”. El texto, ingenioso, claro, sencillo, con muchas metáforas y anécdotas que hacen muy amena la lectura, contextualiza e ilustra de forma sintética el camino recorrido por las imágenes desde los trazos realizados hace miles de años en el interior de las cuevas a las últimas tendencias y la trayectoria de pintores y tendencias artísticas, que se acelera notablemente a lo largo del siglo XX. Los dibujos que iluminan el texto son perspicaces, inteligentes, capaces de sintetizar el contenido del texto, ellos mismos pequeñas obras de arte. Y juntos transmiten una idea sólida de cómo han ido cambiando las ideas y las formas de representar el mundo al mismo ritmo que ha evolucionado la sociedad.
Que el autor sea un filósofo hace virar el discurso hacia la naturaleza humana, planteando hasta qué punto la necesidad de crear imágenes, de pintar, es consustancial al hombre y en qué medida las imágenes están influenciadas por la sociedad que las crea. Las sesudas historias del arte son fáciles de encontrar, en forma de sucesión cronológica de nombres y fechas. Pero lo inusual es hacerse preguntas sobre cuál es la esencia de la pintura, a qué responden las vanguardias…
Pero, al mismo tiempo, el objetivo es divulgativo, por lo que es especialmente recomendable para un público joven, al que resulta difícil atraer hacia los libros, interesar, hacer atractiva la historia, explicar, de forma clara y sencilla conceptos abstractos. Y qué hay más difícil de definir que la belleza.