Reseña de Madrox. Elecciones múltiples

por Tata | 24 de abril de 2017
Jamie Madrox es un tipo complejo. Tiene la posibilidad de vivir innumerables vidas, sin verse en la necesidad de tener que elegir hacer una cosa o no hacerla, sin tener que enfrentarse a la disyuntiva de qué camino seguir. Cualquier golpe fuerte crea un duplicado idéntico de su persona, un ser independiente que sigue su destino, que toma sus propias decisiones y hace amigos y, por supuesto, enemigos particulares. Pero, a la postre, todo ese bagaje vuelve a Jamie. Reabsorbe a sus copias, adquiriendo su conocimiento, pero también asumiendo las consecuencias de sus actos, que le llevarán, como en este caso, a tener que resolver él mismo los problemas en los que alguna de sus réplicas se ha metido. Al fin y al cabo, sólo él se sabe original y distingue a sus duplicados.

Esto le lleva a plantearse numerosas cuestiones metafísicas, sobre las cosas importantes de la vida, las que merece la pena vivir de verdad, las elecciones personales, la felicidad, la moralidad… Todo en un guión narrado en primera persona, lo que implica al lector en las preocupaciones y muchas veces angustia existencial del protagonista, abocado a una supervivencia complicada. Porque, al fin y al cabo, ¿qué diferencia hay entre el original y la copia?

Intenta aportar un toque de normalidad a su vida dedicándose al trabajo. Ha decidido montar una oficina de detectives, no porque él indague sobre los demás, sino porque nadie puede conocerle a él mismo por completo. Ni siquiera sus mejores amigos, que comparten aventura con él: Rahne Sinclair o Loba Venenosa y Fortachón, todos viejos conocidos de X-Factor.

La historia se desarrolla simultáneamente en Nueva York, donde un Madrox intenta resolver un extraño caso de proyección astral, y Chicago, donde otro hace frente a una red de asesinos que intentan liquidarlo a él y a todas sus copias. Todo esto al estilo de una auténtica película de cine negro de los 40: un tipo malo, una dama en peligro y un detective intrépido, acción, engaños, muerte y muchos duplicados, donde la frontera entre los buenos y los malos se difumina. Y es que, como él mismo reconoce: “El problema de vivir muchas vidas es que una de ellas puede darte muchos problemas”.

Peter David, ya reconocido guionista por el tratamiento de los personajes, como Hulk, y que ha trabajado extensamente en Factor X y el dibujante Pablo Raimondi asumen el reto de crear esta historia oscura, violenta pero también interesante que lleva a los personajes al límite de luchar contra sí mismos, cosa que para Jamie Madrox no es una forma de hablar, sino una realidad constante que se solventa como se crea, a base de golpes.
Reseña realizada por Tata
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