Reseña de Flash de Geoff Johns: El país de las maravillas

por Juan Carlos García | 6 de diciembre de 2019
Por lo general no suelo traer para reseñar ningún tomo con una amplia cantidad de números y páginas. El motivo es porque me gusta que las reseñas no sean muy extensas porque si las hago tan largas, parecería que en vez de reseñar esté analizando una obra palo por palo y ese no es mi objetivo con mi cita semanal de los viernes. Así que en esta ocasión traigo un tomo que contradice todas las características para estar en una reseña por mi parte, pero hay truco y es que voy a reseñar solo el arco principal, el que da nombre al tomo.

Para principios de siglo, el joven guionista Geoff Johns llevaba cosechado algunos éxitos a su espalda, de momento nada del otro mundo, pero se le consideraba un guionista muy solvente. Cuando le dieron la oportunidad de escribir una de las cabeceras más importantes de la compañía todo el mundo estaba muy interesado en ver de lo que sería capaz por algunos números. Pues bien, su éxito fue tan rotundo que no solo se quedó durante un tiempo más largo en la cabecera, sino que le abrió las puertas a escribir muchas series que se convertirían en etapas clásicas que hay que leer de DC Comics. No contento con esto, le dieron la oportunidad de ser el arquitecto del universo DC durante la primera década de este nuevo siglo, y tras un éxito rotundo, lo convirtió en uno de los mejores guionistas de la historia de la editorial.
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Así que vayamos ya a la historia que lo empezó todo, El país de las maravillas, una total alusión al clásico cuento de Alicia en el País de las Maravillas. Antes de entrar como tal en el agujero del conejo, dejemos claro que el velocista que porta el manto de Flash es el mismo que lleva haciéndolo desde las Crisis en Tierras Infinitas y ese es Wally West, el ya establecido héroe de Central City. Este tuvo uno de los mejores desarrollo de personajes durante la etapa clásica y notoria de Mark Waid a cargo del personaje, de la cual llegará el momento de hablar de ella (continuar) cuando menos os lo esperéis.

Todo comienza con Flash siendo encarcelado por la policía...? ¿Qué está pasando? Johns empieza con todas y nos va a dar una historia de Flash llena de acción desde el minuto uno, plantando desde su comienzo todas las semillas que irán creciendo en los posteriores números. Durante esta historia, la idea de Johns es la de recordar quien es Flash para lectores que se estén subiendo a la serie de primeras o simplemente pretende hacerles saber a los lectores de toda la vida que él es un fan como todos nosotros y que entiende al personaje a la perfección y que estará en buenas manos durante los próximos años.
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Toda historia de Flash no sería nada sin sus villanos y aquí se utilizan al Capitán Frío y al Amo de los Espejos de una forma muy curiosa, pero muy familiar a la misma vez. Ya que por motivos de la trama, estos dos tienen que acabar haciendo equipo con nuestro héroe, pero durante todo el camino irá perfilando y definiendo la personalidad de estos dos, dándonos el sabor a clásico de que los villanos son unos simples ladrones, que componen una familia, pero que si por algún motivo atentan contra la ciudad en la que delinquen, estos mismos están dispuestos a hacer equipo con su mayor adversario, Flash, para detener la amenaza.

Creo que el uso de los villanos está ejecutado de una manera magistral, pero donde tenemos un verdadero uso de personaje, eso es en Wally West, Flash. Johns no solo nos va a establecer / recordar quien es, sino que va a hacer toda una carta de amor al legado de este héroe, recordándonos de que sí, porta el manto de su fallecido mentor, pero que por eso no vive en la sombra de este, sino que acepta este legado y sabe cuál es su sitio, convirtiéndose de esta manera en el Flash definitivo. Aquí demuestra brillantemente Johns que se ha leído la etapa de Mark Waid. El principio de esta etapa es toda una carta de amor a las aventuras de este Flash en su carrera como héroe por derecho propio.
Reseña realizada por Juan Carlos García
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