Tras El tríptico de los encantados de Max, sobre la obra de El Bosco, El Museo del Prado edita El perdón y la Furia, focalizando esta vez la atención en un autor español que, sin embargo, desarrolló toda su carrera en Italia: José de Ribera, “Maestro del dibujo”.
Su obra abarca una lista interminable de temas religiosos, santos, apóstoles, alguna escena costumbrista, personajes de la Antigüedad… pero son cuatro obras de carácter mitológico las que inspiran a Antonio Altarriba y Keko, que ya habían trabajado juntos en una historia de cómic y género negro, Yo, Asesino, para desarrollar una trama de misterio e intriga abonada por la propia fama de Ribera. Son Las Furias: Tántalo, Ticio, Sísifo e Ixión, que tienen en común haber sido condenados por desafiar a los dioses.
En un siglo XVII especialmente cruel, el pintor tenebrista parece enfatizar la violencia y el dolor con los claroscuros y complicados escorzos. Tanto, que se le relaciona con Valdés Leal, “pintor de los muertos” y de la “estética del pánico” y, yendo un poco más allá, con Giordano Bruno y lo esotérico, aunando así la magia inherente a las imágenes, la proporciones, la geometría y las matemáticas.
La obra recoge retazos de la vida de Ribera en Nápoles, en la Corte del Virrey Manuel de Acevedo y Zúñiga, gran mecenas, y de la de Osvaldo González Sanmartín, profesor universitario, obsesionado por la obra del pintor y sus motivaciones. Esto diversifica las líneas argumentales aportando gran riqueza narrativa. Desde el funcionamiento de los departamentos universitarios y sus luchas por el poder, los clientelismos, la extravagancia de las interpretaciones eruditas… a las más filosóficas que buscan conexiones de carácter hermético, sólo accesibles para iniciados.
Un homenaje a un pintor que logró conjugar la belleza del dibujo y las proporciones con el horror de la penitencia, lo prosaico de la venganza con la mística del que se cree iluminado, lo religioso con lo mitológico, “el tormento y el éxtasis”.