Las vanguardias están de moda

por Tata | 25 de septiembre de 2018
Las vanguardias están de moda en el mundo del cómic, como demuestra que, a lo largo de 2017, se hayan publicado varias obras dedicadas a los pintores de vanguardia, como Magritte, Picasso, Dalí, Modigliani, Paul Nash, Monet y Goya, anterior en el tiempo pero igualmente transgresor con los convencionalismos y precursor en muchos aspectos de todos ellos. Cómics o novelas gráficas que antes podían pensarse para minorías, ahora son una apuesta de las grandes editoriales. En común entre todos ellos, haber elegido como protagonista un pintor de los que se atrevieron a romper con el academicismo y apostaron por una nueva forma de representar el mundo. Pero sólo eso. Los cómics son historias tan diversas como lo fueron la vida y la obra de cada uno de ellos.

¿Biografías?
Lo protagonistas de estos cómics ya no son superhéroes, son los pintores más importantes de la Historia del Arte de los últimos dos siglos. Pero las historias ponen el foco en los artistas como individuos, con sus genialidades y con sus debilidades, como personas que ha vivido en un tiempo y un espacio determinado y han destacado por encima de sus contemporáneos, se han enfrentado a la sociedad en que les ha tocado vivir, a sus dictaduras y convencionalismos. Y como hombres valientes para plasmar en un lienzo, que en muchos casos difícilmente podrían vender, sus ideas y su forma de ver la vida.

En muchos casos sus biografías han quedado ocultas tras los cuadros y, ahora, otros dibujantes con sus propios retos y perspectivas se esfuerzan por recuperarlas, por reivindicarlas y darlas a conocer. Incluso en el caso de Magritte, en el que los autores declaran expresamente “Esto no es una biografía”, no puede dejar de reflejar el carácter polémico y reivindicativo del personaje. También, en el caso de Monet, explican que “no es un libro de arte. No es un tratado de pintura. Es una historia sobre la vida. Sobre relaciones personales. Sobre obsesiones y frustraciones y sobre cómo vivimos la vida en función a ellas”. En todos los casos lo hacen de forma individual, excepto en el de Picasso y Casagemas, amigos inseparables hasta el suicidio del segundo, del que resulta “un profundo análisis, más emocional que intelectual, de la culpa y de las consecuencias de nuestros actos”.

Las vidas no podrían ser más distintas, desde la de un joven Modigliani que murió con 35 años víctima de una meningitis a la longeva de Monet, de la reconocida de Goya a la truncada de Casagemas, desde la del declarado pacifista Picasso a un Paul Nash que luchó durante la I Guerra Mundial y vivió la II como cronista de guerra. Pero si hay una personalidad característica y conocida por todos es la de Dalí. Con una tendencia clara a la megalomanía, utilizaba la excentricidad para atraer la atención sobre su persona y su obra. Planteamientos distintos, perspectivas distintas, pero el mismo objetivo: el homenaje, la divulgación, la admiración, la contribución al engrandecimiento, en parte para saldar una deuda que tenemos con los responsables de nuestro imaginario cultural, con los autores cuyas otras están en la retina de todos, que han pasado a formar parte de la cultura y la historia occidental.


El reto de pintar a un pintor
Tanto el cartel como el cómic tienen un despegue espectacular a partir de la II Guerra Mundial y los amantes del arte y la pintura en general, pero los dibujantes de cómic en particular, se encuentran al final del camino recorrido por las vanguardias a lo largo de la segunda mitad del siglo XX.

Fran Galán, Carlos Hernández, Fabrice Le Henanff, Dave McKean, Ricard Efa, Tyto Alba… cada uno en su estilo, se enfrentan al reto como dibujantes de representar a otro pintor, pero no a otro cualquiera, sino a uno de los grandes. Esto supone el esfuerzo enorme de interiorizar primero la creación del pintor y después plasmarlo haciéndolo suyo, de forma que ambos sean reconocibles en cada una de las viñetas. Tiene que aunar lo propio y lo ajeno, la comprensible admiración pero a la vez la necesidad de expresarse con un lenguaje propio.

Zabus, en el caso de Magritte, hace un homenaje a la obra del artista, siendo reconocibles la mayor parte de los cuadros más famosos y retando al lector del cómic a entrar en su juego de dobles significados. También en el caso de los paisajes surrealistas de Paul Nash se ofrece al lector un tratamiento visual distinto. O en el de Monet, en el que partiendo de las mismas localizaciones, como las de Giverny, “gracias a un ingenioso juego de espejos podemos ver a Monet dentro de sus propias obras”. Los dibujantes de cómics hacen así un homenaje a los artistas y ofrecen al lector verdaderas obras de arte.


La geografía del arte
El arte de las vanguardias se condensa en un reducido lapso de tiempo, a principios del siglo XX, cuando se suceden con toda rapidez tendencias artísticas diversas que buscan nuevas formas de representar el mundo, visiones fragmentadas, inestables y cambiantes. Y un lugar va a convertirse en capital del arte y centro de encuentro de artistas: París. París entró en la historia de la pintura durante el reinado de Luis XV, con el rococó, cuando Watteau, Boucher y Fragonard se lanzan a plasmar la vida cortesana, donde la alegría de vivir y los placeres son el nexo de unión. Cobijo de la vida bohemia, a principios del siglo XX París ha relevado definitivamente a Roma como destino imprescindible de pintores y artistas. Allí se dan cita Picasso, Dalí, Max Jacob, Van Dongen, Apollinaire, Brancusi, y sobre todo Modigliani…que vivió en la ciudad una vida al límite, de alcohol, drogas y trágicas historias de amor que le llevarían a la tumba con 35 años.

Sin embargo, para Claude Monet el Paraíso se encuentra cerca de París, en Giverny, donde aún hoy se puede visitar su casa, pero sobre todo, su jardín, en el que había un lago con los nenúfares que nunca se cansó de pintar. No las flores en sí, sino los colores cambiantes con la luz. O en el embarcadero donde, mientras Renoir aplica la visión impresionista a la figura humana, Monet se centra en el agua, que descompone la figura, distorsiona los contornos y refleja la luz cambiante del día.

Una luminosidad que contrasta con la Quinta del Sordo propiedad de Goya, decorada al óleo con las visiones de un mundo en descomposición que anticipa la pintura contemporánea.


El pintor en la historia
La historia de los pintores y de sus obras está indisolublemente unida a la historia del mundo que les ha tocado vivir. En este caso, el cuadro cronológico retrocede hasta el complicado siglo XIX español, en el que las pinturas negras de Goya y sus grabados cada vez más tenebrosos son una crónica de la Guerra de la Independencia y reflejan el ambiente de un país que, tras el trienio liberal, asiste a una restauración del absolutismo en la persona de Fernando VII. A mediados de los años 60 del mismo siglo, en torno a Manet se reúnen los pintores decepcionados por sus fracasos en las exposiciones oficiales de la Academia francesa. Será el germen, pocos años después, del grupo denominado “impresionista”, siguiendo cada uno un camino estético distinto y abriendo nuevos horizontes que explotarán las generaciones venideras, que se enfrentan a un dificilísimo siglo XX. Dos guerras mundiales que cambiaron el mundo, que condicionaron la vida y la obra de los intelectuales y que vemos representadas, directa o indirectamente, en sus obras.

Unas pinceladas
Encontramos una interesante reflexión y excelente complemento sobre la evolución de la creación artística y de la pintura como forma de expresión en Historia de la Pintura; un libro que es, al contrario de los cómics que nos interesan, “una biografía de la pintura, y sólo secundariamente una historia de los pintores”. Esta obra, redactada por José Antonio Marina e iluminada por Mingote, contextualiza e ilustra de forma sintética y muy amena la Historia del Arte y nos ayuda a ubicar a nuestros pintores en la larga trayectoria de movimientos y tendencias artísticas, que se acelera notablemente a lo largo del siglo XX.

Las vanguardias rompen con la composición clásica, que muestra un mundo bello, sereno, perfecto y enuncian también al tradicional predominio del dibujo, para dar mayor relevancia al color y la factura. Goya se pregunta “¿Dónde ven líneas en la naturaleza. Por mi parte, sólo distingo volúmenes de luz y sombra”. Goya es uno de esos pintores trágicos. Detesta “lo bonito” y considera que la pintura “debe defender la libertad, ser testimonio del horror y la injusticia”. Se produce una la destrucción progresiva de la forma a favor del color.

Seguramente, el mayoría de los cambios empezó cuando Picasso pintó las Señoritas de Avignon, lanzándose a la aventura del cubismo, que transforma la idea de la pintura occidental y evoluciona hacia la adhesión al lienzo de elementos ajenos como recortes de papel y objetos varios. Picasso defiende que “nuestro trabajo no es copiar, sino construir”.

Aun así, parten de posiciones teóricas y estéticas distintas y crean universos diversos también. Por ejemplo, dentro del Surrealismo, uno de los movimientos que más interés parece despertar, los artistas
se van despegando de las pautas marcadas por André Breton. Mientras Dalí apeló al inconsciente y al sueño, Magritte nos transporta a un mundo de lo cotidiano donde lo ordinario se vuelve extraordinario. Por su parte, el logro de Nash de introducir el surrealismo en la tradición paisajista inglesa, dando una vuelta de tuerca a un tema tradicional.

En estos días, una exposición en Madrid, con fondos trasladados desde Jerusalén, reivindica la figura de los surrealistas, después de que la dedicada por el museo reina Sofía a Dalí fuera la más visitada de su historia. "El dadaísmo y el surrealismo son movimientos que hablaban de libertad, cuando ésta estaba limitada, dos olas que se cubren la una con la otra y, por ello, hemos decidido que se compartan en esta exposición", ha afirmado hoy Adina Kamien-Kazhdan, comisaria de arte moderno del Museo de Israel, durante la presentación de la muestra. Definitivamente, las vanguardias están de moda.
El copyright de las imágenes de cada cómic o serie pertenecen a las correspondientes productoras y/o distribuidoras.