Argumento
Sin duda, este primer ciclo narrativo de las aventuras de la hija de Thorgal hace gala de una completa esquizofrenia. Para empezar, Loba se divide en dos. Su parte sabia se da cuenta de hasta qué punto el hechicero Azzalepstön la ha engañado. Atrapada en un mundo autosuficiente cuyos habitantes pasan el tiempo cantando, escribiendo poemas y ensalzando el amor y la no violencia, Loba decide ir en busca de su otro yo salvaje para dejar aquel universo estúpido. Pero esa otra mitad se halla sometida al embrujo de Azzalepstön, quien le ha encomendado una misión muy concreta: adentrarse en el reino del Caos para robar la mano cortada del dios Tyr. Y como era de esperar, la Loba sabia, con la ayuda de los dioses, se unirá a su doble en aquellas tierras hostiles. Pero, como si no hubiese bastante con esa irracional dicotomía, el lector contemplará con horror qué ha sucedido en Midgard desde que Loba y Thorgal se fueron. Aaricia comienza a perder la razón. Y con motivo: por primera vez, desde hace mucho tiempo, se encuentra sola. Sola, sin su esposo y sin ninguno de sus hijos.
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