Argumento
Nunca dijo nadie que vivir fuera fácil. Vivir es, al fi n y al cabo, el reto más duro al que todos los seres de la tierra deben hacer frente día a día, minuto a minuto, segundo a segundo.
La vida está llena de piedras puntiagudas que poco a poco van desgarrando la piel de nuestros pies y de nuestras raíces a medida que caminamos sobre ella, así como de dolorosas zarzas que se nos clavan irremediablemente en el cuerpo, arañándolo, destrozándolo, hasta llegar a tocar nuestros sensibles y débiles corazones y hacernos sentir que no podemos seguir caminando, que debemos parar para siempre, para no volver a levantarnos. Efectivamente, eso es la vida: piedras y zarzas. Dolor. Pena. Desesperanza.
Paso a paso, una vez más venían a mí las reminiscencias de lo que llevaba caminado y, aun así, pensaba que mi camino había sido mucho más largo de lo que ya lo era. ¿Son mis pasos la continuación de aquellos que comenzaron mil años atrás? ¿O son exactamente los mismos? No, no puede ser. Quizás mi camino había sido doble, uno físico y otro que me llevaba a conocerme a mí y a mis límites. Ya no sabía cuál de los dos viajes hacía más mella en mi fatiga.
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