Sara no habla mucho. Han pasado demasiadas cosas: el accidente, la separación de sus padres, la discusión con su mejor amiga. Algo dentro de ella se ha bloqueado, como si estuviera congelado. Pero el destino pone en su camino a un maestro inesperado, el anciano Señor T., que con sus cuentos antiguos y su fijación por el alfabeto hebreo despierta en Sara las ganas de aprender.