Argumento
La Navidad debe celebrarse sí o sí. Los ciudadanos deben sonreír, cantar villancicos, zampar turrones e intercambiar regalos que garanticen su felicidad. Recuerden que se aplicará un control jurídico para calibrar la relación deseosatisfacción. Ni se les ocurra regalar mierdas.
En resumen: las fiestas están reglamentadas y son obligatorias por decreto ley, pero las Brigadas de Amigos Juerguistas han detectado células de resistencia dispuestas a cuestionar el poder. Una minoría de gruñones y amargados a los que el presidente de la república está dispuesto a poner freno con lluvias de confetis, matasuegras, una dieta de pavo relleno y castañas asadas y hasta una conga multitudinaria si es necesario. Todo aquel que persevere en la tristeza o se atreva a estornudar en público se arriesga a acabar confinado en un campo del buen humor.
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