Existe una extensa lista de sociópatas que llenan la historia negra de los Estados Unidos, algo que fue un tabú para los medios y quedó tapado por los conflictos internacionales de la época. La mayoría de estos psicópatas nacieron durante la Segunda Guerra Mundial (1939-46) y la posguerra. Eran hijos de soldados traumatizados, tullidos o que simplemente no volvieron con vida. Niños que vivían en ambientes inestables o de malos tratos. Hay casos muy conocidos con nombres como Ted Bundy con 36 víctimas (nacido en 1946), Jeffrey Dahmer con 17 víctimas (1946), John Wayne Gacy con 33 víctimas (1942), o Gary Leon Ridgway (1949) del que daremos cuenta más adelante.

Fue allá por la década de los sesenta cuando en Estados Unidos se empezó tener conciencia de la cantidad de homicidas que estaban en activo. Los apodaron ‘Asesinos sin Motivo’ pero no fue hasta 1972 cuando alarmados por el auge de este tipo de asesinos, el FBI aprobó el proyecto del agente especial Howard Tetten para crear un centro de análisis. Allí llevaban estos casos de forma exhaustiva, formaban a los agentes y ayudaban a crear lo que hoy conocemos como el perfil psicológico del asesino. –De hecho se sabe que algunos de estos asesinos contribuyeron a construir los perfiles de otros asesinos buscando la redención o simplemente para ganarle tiempo a sus condenas–. Llegada la década de los ochenta este problema alcanzó su máximo repunte y se les denominó como ‘Asesinos en Serie’. Se llegaron a contabilizar unos 200 asesinos en activo durante esa década.

El asesino de Green River, de Jeff Jensen
Muestra un principio afable para después arrebatarnoslo.

Si os va el género negro, como buenos detectives deberíais haber intuído que la obra que vamos a tratar esta basada en hechos reales, porque está contada desde un punto de vista que podría ser considerado como excepcional. Hablo del ‘El asesino de Green River’ un título ganador de un Eisner (2012) y proclamada mejor obra de autor extranjero en el Salón del Comic de Barcelona (2013).

El guión de esta novela corre a cargo del escritor Jeff Jensen, que hasta hace poco era redactor en Entertaiment Weekly (lo fue durante casi dos décadas) y es nada menos que hijo del detective que persiguió al asesino de Green River durante gran parte de su carrera, el detective Tom Jensen. Convivir con alguien que permanentemente tenía en mente dar caza a un asesino en serie como vía de realización personal, invita a una pregunta: ¿Por qué?. Quizás penséis que la historia se ve desde un punto subjetivo dado el parentesco entre el autor y uno de sus protagonistas, pero está narrada desde el punto periodístico de la investigación… desde la búsqueda y detención al interrogatorio, que es lo que copa una trama central bien articulada mediante flashbacks.

El asesino de Green River, de Jeff Jensen
Tom Jensen reconstruyendo la escena de un crrimen.

Tenemos un título sobrio entre manos, dibujado por Jonathan Case, ilustrador y miembro de Periscope Studio, ganador de un Eisner con ‘Comics Books Tatto’, participe en la coral ‘Batman 66’ y creador de la novela gráfica ‘Dear Creature’ de corte rosa, cosa que aquí no sucede, pues esta novela es descorazonadora y simple. Una obra en blanco y negro que mantiene la sobriedad con un dibujo nítido de líneas gruesas para los contornos y algo menos gruesas para interiorizar los rostros, como por ejemplo la cara de Gary Leon Ridgway, que capta la frialdad de su mirada. Utiliza fondos completamente negros en situaciones de incertidumbre o tensión. Un blanco y negro que nos arrebata las emociones positivas.

El asesino de Green River, de Jeff Jensen
Jonathan Case nos hace ver la inquietud, un recuerdo desechable.

Este comic nos cuenta una historia real en la que el detective Tom Jensen, durante el período de 1982 a 2001, estuvo investigando los crímenes con el fin de arrestar al asesino de Green River. Sin pruebas concluyentes, nos muestra el letargo de la burocracia y lo chirriante que puede ser un interrogatorio. En contraparte tenemos al asesino que da nombre a este título. Éste queda desplazado a un segundo plano porque, a pesar de ser un monstruo, es tan simple como una piedra (una piedra a su lado despertaría curiosidad), es poco expreviso, se desmitifica rápido y no tiene escrúpulos –y mucho menos sentimientos–. Sus víctimas, todas prostitutas dado que contrajo una ETS en la guerra de Vietnam con una prostituta local, son un colectivo por el que nadie se preocupaba salvo sus familias, que buscaban una respuesta a través del detective Tom Jensen. A Gary Leon Ridgway se le condenó por 48 muertes aunque llegó a declarar 71 que no pudieron ser verificadas por falta de pruebas.

El asesino de Green River, de Jeff Jensen

Durante este viaje podremos ver sus métodos, cómo usaba a su propio hijo para granjearse la confianza de las prostitutas que montaba en su camioneta o la forma en la que las asesinaba, llegando al extremo de la necrofilia con alguna de ellas. Mientras el detective Tom Jensen iba saltando obstáculos, despejando su rabia en tareas de bricolaje y motivándose ante su desesperación con una foto de su hijo (el autor) vestido como el Hombre de La Mancha, en clara alusión a Don Quijote que luchaba contra los gigantes. Un amor entre padre e hijo que se retroalimentaba a través del orgullo y la fe.

Aunque esta novela gráfica esta basada en hechos reales, se sabe que a alguno de sus personajes se les cambió el nombre para preservar su identidad, y otros son ficticios o el cómputo de varias personas. ‘El asesino de Green River’ es una obra de Dark Horse publicada en España por Norma Editorial en 2013, en edición Cartoné de 240 páginas.

¿El sociópata nace o se hace?

El asesino de Green River, de Jeff Jensen
Los paseos con Gary Leon en las escenas del crimen son frustrantes.