We Stand On Guard 1-6, de Brian Vaughan y Steve Skroce

La miniserie de Image Comics concebida por Brian K. Vaughan y Steve Skroce que narra la guerra entre dos países vecinos como Estados Unidos y Canadá

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Edición original: We stand on guard Nº 1-6 USA (Image Comics, 2015).
Edición nacional/ España: Planeta Cómic (2017).
Guión: Brian K. Vaughan.
Dibujo: Steve Skroce.
Entintado: Steve Skroce.
Color: Matt Hollingsworth.
Formato: Miniserie de 6 números en grapa de 40 páginas.
Traducción: Diego de los Santos.
Precio: 2,95€/u.

 

«Superman es canadiense.
Con dos cojones.»

En Planeta Cómic han deparado un trato muy especial a Brian K. Vaughan en las últimas publicaciones de este autor incorporadas a su catálogo. El éxito de Saga llevó a la compañía a interesarse por las nuevas licencias que el estadounidense había estado publicando en Image Comics. Esto se ha traducido en sendas ediciones en formato grapa de Paper Girls, su fábula generacional dibujada por Cliff Chiang, y su sátira política y bélica, la miniserie de seis números We Stand on Guard dibujada por Steve Skroce. Sin las pretensiones de trabajos como Y, El Último Hombre o la ya citada Saga, esta historia sigue manteniendo algunas de las características más llamativas y atractivas de la narrativa de Brian K. Vaughan que han hecho su nombre famoso entre la crítica y los aficionados. Hoy podemos hacer balance de la andadura de We Stand On Guard después de que la cabecera haya llegado recientemente a su final en nuestro país, con el lanzamiento de sus dos últimos números en un mismo mes.

Este proyecto nació de la necesidad de Brian K. Vaughan por echar la mirada al futuro, hacer crítica sobre la política exterior de Estados Unidos y situar la acción de su historia en Canadá. Es esta la patria de muchos de los dibujantes con la que se ha relacionado en sus proyectos más personales, colaborando con nombres de la industria de la talla de Pia Guerra, Fiona Staples o Adrian Alphona. El también canadiense Steve Skroce era un autor que faltaba en su colección y cuando lo conoció en 2015 en el estreno de El Destino de Júpiter no desaprovechó la oportunidad. Para Skroce era una manera de regresar al mundo de la viñeta, después de haber estado trabajando durante años en los storyboards de las producciones de las hermanas Wachowski. Muy lejos quedaban los noventa, cuando el dibujante pululaba por cabeceras como Cable, The Amazing Spider-Man o Youngblood, ahora era el momento de probar algo nuevo y diferente y poner a prueba su evolución.

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El bombardeo de Ottawa con el que da comienzo la invasión de Canadá por Estados Unidos

Brian K. Vaughan es un aliado formidable a la hora de lograr esto último, un autor que sabes que nunca repite la misma jugada, aunque con el paso del tiempo haya construido un universo propio con personajes e historias fácilmente reconocibles. En el caso de We Stand On Guard tenemos un cómic con una potente carga política, en una línea distinta a Ex Machina o Los Leones de Bagdad, con una acidez inaudita en su producción que se ve reforzada en estas páginas por el apartado gráfico de la obra. Es algo habitual en los trabajos del estadounidense el uso de este elemento, sus historias siempre tienen un poso social que viene determinado y alentado por cuestiones políticas que mueven conceptos como la familia, la guerra o la identidad. Es algo que seguimos encontrando en sus últimas propuestas, sea en una historia de ciencia ficción como Saga, o la más cercana Barrier, en la que se trata sin tapujos la problemática de los refugiados y la inmigración ilegal en Estados Unidos.

We Stand On Guard se sitúa en el año 2112, en mitad de una guerra librada en suelo canadiense con la que Estados Unidos pretende someter a sus vecinos y hacerse con sus recursos acuíferos. El conflicto se desata después de un atentado terrorista en la Casa Blanca del que las autoridades estadounidenses culpan a Canadá. La respuesta es contundente y Estados Unidos despliega sus tropas y bombardea los principales núcleos de población. En unos de estos ataques muere los padres de Amber y su hermano, un suceso que les marcará para siempre. Doce años después de la invasión, con las fuerzas canadienses mermadas y al borde la derrota, Amber entra en contacto con el Escuadrón 2-4. Esta última célula de la resistencia canadiense, formada por algunos de los más curtidos combatientes del país, mantiene la lucha contra la implacable maquinaria de guerra enemiga formada por soldados con armamento de última generación, naves y robots gigantes.

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La implacable Amber Madeline Roos, protagonista de We stand on guard

El mensaje y la reflexión de Brian K. Vaughan resulta bastante obvia, pero lo interesante de la propuesta es los grises con los que se aborda el conflicto y los matices de sus personajes protagonistas. Hay que destacar el rol de Amber, un personaje realmente incómodo que la historia evita en todo momento retratar como una heroína o una persona con unos valores a destacar. Se nos muestra su pasado, su dolor y su pérdida, pero también como este ha marcado su forma de ver el mundo, su odio y predisposición al sacrificio propio y ajeno en aras de su causa. El extremismo es algo que define su actitud y Vaughan utiliza esto para hablar del terrorismo en un contexto en el que no deja posicionarse fácilmente al lector. El bando contrario es casi una metáfora algo caricaturesca de la imagen de Estados Unidos en su faceta de «policía del mundo». Los paralelismos con su política exterior y su tradicional militarismo no se acoge a tantas interpretaciones, pero no por ello es una crítica menos contundente.

El mensaje último es claro y limpio, nos habla del absurdo de la guerra y de la venganza como paraje inhóspito que no permite que pueda florecer nada bueno en ella. En este aspecto, We Stand On Guard no hace equilibrios, su conclusión es sencilla y contundente, puede que demasiado «realista» para que perdure en la memoria. La historia está tan llena de sangre y vísceras como podría estarlo un cómic de Garth Ennis, autor con el que encaja bastante el tono de este cómic por su contexto bélico y sus escenas y personajes más allá del exceso. En este sentido, la referencia metatextual al origen de Superman, manejada a lo largo de la serie con cierta sorna, seguramente también contaría con el sello de aprobación del guionista irlandés. Desde luego, no parece esta la manera habitual en la que Brian K. Vaughan aborda sus historias, pero estamos hablando de un autor que siempre ha sabido amoldarse con naturalidad a lo que requerían sus planteamientos (y a los que no es esquiva nunca cierta crueldad demiurga).

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En el futuro de We stand on guard, la maquinaria bélica de Estados Unidos es más terrible que nunca

El apartado gráfico de la obra no es convencional en sus formas, con un trazo como el de Skroce que ha evolucionado desde los vicios de los autores de los noventa a un dibujo desmitificador, lleno de personalidad y carisma. We stand on guard está escrita para él y su sola presencia grita al lector el tono de la obra y lo subraya con unos lápices tan incómodos como la temática que aborda el guion. La influencia de Geoff Darrow está en la superficie, no solo a nivel estético sino también de concepto con esas máquinas, armas y robots gigantes que bien podrían haber salido de su imaginación. Es normal si tenemos en cuenta que Skroce y Darrow han trabajado en el mundo del cine y coincidieron en The Matrix para realizar el arte conceptual de la saga. También unieron fuerzas en Doc Frankenstein, la enésima reinterpretación del mito de Mary Shelley realizada en este caso por Burlyman Entertainment y guionizada por Lilly y Lana Wachowski.

Pero en We stand on guard el gran aliado de Skroce no es Geoff Darrow, su escudero no es otro que el veterano colorista estadounidense Matt Hollingsworth. En esta oportunidad su paleta de colores maneja a la perfección los tonos cálidos y los más fríos, apagados y comedidos pero fluidos a la vista del lector. En las splash pages y escenas más destacadas aporta un extra en intensidad, con esas cantidades industriales de sangre y explosiones que en sus manos parecen adquirir vida propia. La de Hollingsworth es una elección muy acertada para un producto de estas características, una decisión en la que seguramente tendrá mucho que ver Eric Stephenson como coordinador de la obra. La última pero no menos importante pieza de este cómic que tiene a Brian K. Vaughan como principal atractivo, pero que también nos habla de Image Comics, una editorial convertida en esperanza del mercado independiente en cuyo seno podemos seguir disfrutando de algunas de las propuestas más arriesgadas y estimulantes del medio.

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La teniente Ma'am, una de las caras más visibles y temibles del ejército de los Estados Unidos
  Edición original: We stand on guard Nº 1-6 USA (Image Comics, 2015). Edición nacional/ España: Planeta Cómic (2017). Guión: Brian K. Vaughan. Dibujo: Steve Skroce. Entintado: Steve Skroce. Color: Matt Hollingsworth. Formato: Miniserie de 6 números en grapa de 40 páginas. Traducción: Diego de los Santos. Precio: 2,95€/u.  …

Valoración Global

Guión - 7
Dibujo - 8
Interés - 7.5

7.5

Ácida

En We Stand On Guard Brian K. Vaughan propone una ácida sátira sobre la guerra y la preponderancia de Estados Unidos y su manera de gestionar sus intereres como nación. La crítica no está carente de matices, tratando también cuestiones como el fanatismo y el terrorismo mediante unos personajes nada condescendientes, con muchas aristas y claroscuros que humanizan una propuesta de extremos. El apartado gráfico está dominado por el tándem formado por Steve Skroce y Matt Hollingsworth que ponen lo mejor de sí mismos para resaltar una historia dominada por la acción, la sangre y las explosiones. Para incondicionales de la carrera de Vaughan.

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ultron_ilimitado
ultron_ilimitado
Lector
18 julio, 2017 20:34

Steve Skroce. Cuánto tiempo sin saber de este dibujante. Me encantó su trabajo en Amazing Spider-Man

Mr. Cesar
Lector
19 julio, 2017 10:20

Me encantó la crítica, Jordi, pues coincido en casí todo lo expuesto. Únicamente me hubiera gustado que mencionaras la valentía de Planeta con esta obra –al publicarla en grapa– y ofrecernos así a los lectores la oportunidad de disfrutarla tal y como se concibió: mes a mes y no en tomo (como parece que suele ser la tónica habitual en estos productos cerrados como el que aquí se comenta). Y es que para alguién como yo, que ha mamado grapa desde los 80s, tanto tomaco se me antoja un poco selecto y, aunque dignifica el medio, parece que se pierde algo por el camino.

Con respecto a la serie, se la recomiendo a cualquier aficionado a Vaughan, y a todos aquellos que disfrutan de la Sci-Fi en general. El planteamiento inicial de la obra, el esbozo de personajes, las motivaciones de los 2 bandos, la trama (que aunque seguramente diera para una serie de 12 números mucho más redonda, te atrapa desde el comienzo), el dibujo (pedazo de armamento se curra el amigo Skroce junto con el excelente color de Hollingsworth) y su final ¿abierto? hacen que te quedes con ganas de conocer un poquito más este escenario futurista de Brian K. Vaughan nos plantea.

Por último, comentarte, Jordi, que mientras leía el episodio del interrogatorio, también me planteé el hecho de que detrás de este producto se encontrara la retorcida mente de Garth Ennis. Sospechas que se incrementaron cuando en los 2 últimos números la acción se acelera y el cómic pasa a ser muy bestia, muy «Ennis».