‘Cosmonauta’, de Pep Brocal

Aunque, Pep Brocal comenzó su carrera en 1979 ilustrando libros infantiles y ha trabajado para suplementos de El País, ABC, El Mundo o La Vanguardia, es muy probable que quien lea estas líneas conozca a Pep Brocal por sus colaboraciones con Manel Fontdevilla. Juntos han hecho dupla creativa en ‘Cairo’, ‘¡Hola, terrícola!’, o la revista ‘Mr. Brain’, que editaron conjuntamente.

Su buen hacer se vio recompensado en 1995 cuando recibió el premio al autor revelación del XIII Salón Internacional del Cómic de Barcelona. Tras esto publicó ‘V Girl’ con Felipe Hernández Cava y creó Badabum, una plataforma dedicada a la experimentación en papel.

La premisa de este ‘Cosmonauta’ es que el planeta Tierra se va al garete y la Humanidad con él. Ante semejante crisis los dirigentes mundiales ni siquiera se plantean salvar el bigote, su objetivo es salvar a la especie humana. Por eso desarrollan un plan de salvación de urgencia llamado Second Chance Project. Este plan consiste en reclutar a millones de jóvenes cosmonautas a los que mandan a los confines del Universo en pequeñas naves unipersonales con forma de bombilla. La finalidad de la misión es salir del Universo y cruzar los dedos para que alguno de estos cosmonautas aterrice en algún lugar donde nazca una nueva esperanza para nuestra especie.

Estos cohetes espaciales están preparados para volar a una velocidad superior a la de la luz y, llegado el momento, «fecundar» el planeta donde aterricen. Además mantienen al cosmonauta en una especie de hibernación parcial con sus constantes vitales y necesidades fisiológicas al mínimo, a excepción de su conciencia. Esto es así porque el cosmonauta tiene que ir trazando un cuaderno de bitácora para recoger las particularidades del viaje; y lo hace mediante diálogos constantes con una especie de Hall 9000 que pilota la aeronave, llamado Nic. Durante el viaje interestelar, Héctor Mosca, el protagonista, pasa el tiempo discutiendo con Nic y sobre todo reflexionando sobre su vida.

Lo primero que llama la atención de este cómic es su estilo de ilustración, aparentemente simple. Duotonos contrastados con el blanco del papel, manchas de color desgastadas por texturas sutiles, composiciones de páginas rabiosamente dinámicas, y una paleta de color muy reducida, que usa con fines narrativos y le añade cierta complejidad de ejecución al álbum. Todo esto potencia un trazo limpio y eficaz que recuerda por momentos a las gráficas publicitarias de Saul Bass, y a las publicaciones pulp.

Brocal demuestra un repertorio de recursos gráficos excepcionales y tremendamente laboriosos, desde el manejo del color (que varía de un duotono azul-negro, rojo-negro), hasta las composiciones surrealistas en las que el torso de una mujer se convierte en una carretera de final abrupto, argumental y visualmente. Es un tipo de ilustración muy print, que recuerda a esos dibujos huecos de las xilografías… todo fluye desde un tratamiento especial, con cariño, de todo lo relacionado con el aspecto gráfico y que queda patente en toda la historieta.

Con el pretexto de ser una novela gráfica de ciencia ficción, Brocal se agarra a las experiencias vividas en el pasado por Héctor Mosca para reflexionar sobre temas mundanos como la crisis, las guerras, o las relaciones de pareja; y más metafísicos como la eternidad, la vida, la muerte, la soledad, o la figura de Dios (que él apuesta que es argentino).

Al igual que el Nicodemo bíblico, la figura del Nic contemporiza los diálogos y enlaza unos temas con otros. Brocal distribuye la narración a través de él permitiéndole dar saltos en el tiempo para recordar acontecimientos vividos por Héctor a modo de flashbacks, lo que facilita que se toquen temas muy diversos.

Lo interesante de esta obra es que nos invita a todas estas reflexiones desde un enfoque humorístico que muchas veces roza con lo absurdo. Es en este punto donde la comunión entre texto y dibujo rebosa de ingenio ya que Brocal plasma la emotividad del protagonista en una viñeta con tan solo un gesto o una simple mirada.

El resultado de este título, publicado por Astiberri en 2017, es una novela gráfica inteligente y muy bien armada. El viaje nihilista que nos propone Pep Brocal este ‘Cosmonauta’ no sería tan coherente si estuviera alejado de este tipo de ciencia ficción, y en su conjunto supone una bofetada filosófica de lo sencillo.