Es muy interesante releer las obras de determinados autores con el prisma del tiempo para ver su evolución. Por eso, aunque este ‘Miércoles’ de Juan Berrio, se publicó en 2012, su lectura hoy en día es un capricho con el que me he querido homenajear.

‘Miércoles’ es una novela gráfica, novela gráfica… sin controversias. Nació al candor del Premio Fnac Sins Entido 2012 y tras ser finalista del Premio Nacional del Comic que otorga el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, en 2011, por un libro de historias cortas llamado ‘Dentro de nada’. Ambos hitos no están nada mal para ser un autor que hasta que no escribió ‘Miércoles’ no había publicado ninguna obra larga en formato de novela gráfica.

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He de decir que la última vez que leí ‘Miércoles’, lo hice una tarde de sábado, después de comer y con el solecito otoñal entrando por la ventana, aporreando mis párpados y amenazando siesta. Cuando me repuse, el sol seguía estando ahí, pero en lugar de iluminar en mi cara, lo hacía en la librería de los cómics. Concretamente en la balda donde estaba ‘Miércoles’ de Juan Berrio.

Entonces recordé que, este cómic, iba precisamente de eso, de los pequeños momentos que nos regala la vida, en los que se cruzan el azar y el destino con la realidad y quedan irremediablemente atrapados para siempre en el invernadero del recuerdo.

En esta obra Juan Berrio narra algunos de esos momentos que suceden furtivamente mientras el sol viaja de Este a Oeste… un día cualquiera, por ejemplo un miércoles. Y lo hace con una narrativa circular que comienza con los primeros rayos de Sol de la mañana y concluye con la llegada de la noche. Durante ese lapso de tiempo, Berrio nos deslumbra con una retahíla de situaciones costumbristas que nos harán esbozar una sonrisa cómplice una y otra vez. Desde los ruidos típicos de las comunidades de vecinos, hasta conversaciones intrascendentes en la barra de un bar.

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Se trata de una obra coral, en la que no hay un protagonista per se, sino que el peso de historia se reparte entre los personajes que viven en un vecindario de una ciudad que recuerda mucho a Madrid (pero puede ser cualquier ciudad). Berrio describe pequeños momentos en la rutina de estos vecinos que acaban entrelazándose los unos con los otros. Sin destripar mucho el argumento, y teniendo en cuenta que lo realmente interesante son esas secuencias costumbristas, puedo desvelar que hay un hurto en un momento dado, que desencadena la acción. Es en este momento donde Berrio nos deja patidifusos con un dinamismo genialmente ilustrado con una línea clara y estilizada que le caracteriza.

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En la paleta de colores que usa Juan Berrio predominan ocres, naranjas y marrones, tiñe de otoño toda la historia –pese a que en ningún momento se menciona estación del año alguna–. Es como si todo aconteciera en el albor y la puesta de Sol, cuando la luz es más naranja y cálida… con toda la carga simbólica que esto conlleva, claro. Con esta decisión cromática anula la posibilidad de jugar con el color con “tintes” narrativos. En su lugar utiliza un recurso maravilloso, como es el viento. Cada vez que hay una racha de viento la actitud de los personajes cambia o da paso a la acción. El dinamismo de las paginas a cuatro viñetas y estas “ventoleras”, alteran el ritmo de la historia pero de forma muy sutil y elegante.

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No puedo acabar esta reseña sin mencionar el bonus track del final del cómic. Algunos de los protagonistas aparecen desatados bailando canciones, como si estuvieran desinhibidos tras actuar en la obra. Aquí Berrio se desprende del color y entrelaza infinitas líneas paralelas para dar sombras y volúmenes con un estilo similar al que le vimos a Rayco Pulido en Lamia’.

Por todo esto, y por mucho más que no puedo desvelar, os recomiendo esta estupenda novela gráfica. Son apenas 144 páginas que se pasan volando. Y lucen muy bien en la estantería gracias a la estupenda edición en tapa dura de Sins Entido. ¡Ah! Y recordad que si no tenéis chimenea en casa para disfrutar de ese momento al calorcito hogareño… os aconsejo leer ‘Miércoles’ cerca de una ventana por la que pegue bien el solete. No os arrepentiréis.

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