‘Giant’, de Mikaël

Giant, del Franco canadiense Mikaël, cayó en mis manos así como sin quererlo. Un órdago a la grande que me salió fatal. Tras mi farol descubierto, llegó a casa por mensajería un voluminoso envoltorio que contenía el volumen de GIANT junto a unas litografías hermosísimas del mismo comic y una carta a modo de manuscrito, pero impresa, semejando la correspondencia que nuestro protagonista mantiene con la familia de su Irlanda natal, y son la base de la trama que nos ocupa en esta obra.

Gigante, así lo llaman todos, es uno de los cientos de obreros que, allá en el Nueva York de los años 30, se afanan por ganar unos pocos dólares jugándose la vida en la construcción de lo que será uno de los emblemas de la ciudad: el Rockefeller Center. Otra ciudad, en otro país, puede significar otra vida distinta a la que se tenía antes de llegar. El taciturno Giant tiene también un pasado que dejar atrás, unos motivos, más allá de los económicos, que le llevarán a dejar atrás su tierra y embarcarse para ultramar. Pero ocultar tu identidad, pretender ser otra persona, puede llegar a pasarte factura y sorprenderte el día menos pensado. Esta es la sensación con la que me quedé al leer la obra, según mi opinión magníficamente relatada y dibujada. Sorpresa. Pues el tratamiento de la historia, tanto de nuestro protagonista como de los personajes circundantes, da un paso más allá, distanciándose de los clichés típicos y la lágrima fácil, dejando al lector, eso; sorprendido con un giro de tuerca.

Tomando prestada, más bien alquilando, la máquina de escribir de un vecino, Giant mantiene correspondencia con “casa”, relatando sus vivencias en América, a la vez que poco a poco, va haciéndose su lugar en la comunidad de inmigrantes, pasando del hermetismo y la aspereza en trato, a la implicación y preocupación por los compañeros. Varias historias paralelas se alternan en la trama, dándonos una imagen más global de la realidad del año 1932 en Nueva York y la sociedad de la época. Tomando como punto de partida la famosa foto tomada el 20 de septiembre de 1932, en la planta 30 del edificio en construcción, en la que se aprecian a como una docena de obreros almorzando, a la vez que desafían a la gravedad sentados sobre una viga, Mikaël construye la historia que nos relata. Es una de las fotos más famosas de la historia, y pocos hay que no la hayan visto en uno u otro momento, incluso versionada y caricaturizada en algunos casos. El fasto y la grandeza de una faraónica construcción en el corazón de una mega urbe como lo es nueva york, contrastan con la casi miseria, y no tan casi en algunos casos, en la que viven y subsisten aquellas personas que hacen posible que semejante proyecto pueda llevarse a cabo.

Con todo y con ello, no es meramente una obra que nos anime a luchar contra la desigualdad de clases, contra la infravaloración de la mujer de la época ni cosas así. Mostrándonos la existencia de dichas lacras, el autor se recrea en la capacidad de sobrevivir y soñar que tienen los marginados y excluidos, nos da ejemplos como el de la fotógrafa (…) que se abre camino en un mundo de hombre, artistas venidas a menos que pugnan por hacerse un hueco, escritores sin inspiración que esperan su oportunidad, …Todo ello abre plano a la exposición y posterior crudeza de lo que significa tratar de vivir el sueño americano, que tan recurrente ha sido siempre para narrar historias, tanto tristes, como de triunfo y superación.

Muchas historias encauzadas en una sola, éxitos, fracasos, pérdidas, secretos y el nada típico giro que la historia nos da en cuanto a identidades ocultas e incluso robadas, hacen de Giant una obra de lectura y disfrute, ambos obligados para el lector.

El dibujo es exactamente el que la historia necesita. Aunque podríamos entrar en el eterno debate de ¿qué fue antes, el huevo o la gallina?; ¿se dibujó conforme la historia lo requería?, ¿o fue el propio dibujo lo que marcó el ritmo y el tono de la historia? Si alguna vez tengo la fortuna de hablar al respecto con Mikaël, os prometo que se lo preguntaré. Como decía, los trazos aparentemente sencillos trazos oscuros, y oscurecidos en determinadas viñetas, dan al cómic ese aire apesadumbrado pero persistente que marca toda la historia, sobre todo en los momentos en los que los personajes no se encuentran a más de 30 pisos de altura. El predominante oscuro y alternante sepia, o remedo del mismo, recuerda constantemente una foto antigua. Apostaría a que esa es la pretensión del autor, pero como dije antes, solamente él desvelaría el interrogante.

Por si el lector no se ha fijado, Giant es una obra con la que he disfrutado enormemente, tanto a nivel narrativo, como a nivel artístico, pues además de disfrutar de un dibujo magnífico durante la lectura del cómic, en la edición de volumen de Norma editorial que llegó a mis manos, las últimas páginas son una “Art Gallery” en la que poder sumergirse en numerosos bocetos y disfrutar de lo lindo. Simplemente magnífico.

Sinceramente he de dar gracias al infortunio, fortuna al fin y al cabo, que me hizo marcarme ese órdago a la grande, me hizo perder, y me hizo poder disfrutar de esta maravillosa historia hecha cómic, de esta obra artística como pocas y que finalmente me hizo reflexionar en el sacrificio, la fortaleza, la dedicación y la esperanza que se pueden llegar a tener a lo largo de toda una vida…ya sea la tuya o no.

¡Hasta la próxima, gente maravillosa!