De hecho, la mejor parte de preparar esta reseña ha sido sin duda la documentación, que me ha regalado (una vez más) la  ocasión de leer los 22 tomos que componen esta obra. Estoy hablando de Valerian, agente espaciotemporal, rebautizada después como Valerian y Laureline) con ilustración de Mézières y guión de Christin. 

Valerian y Laureline narra las aventuras de dos agentes espaciotemporales de La Tierra del futuro (Galaxity) que viven multitud de aventuras y nos descubren un universo enorme poblado de numerosos mundos, razas y culturas.

Valerian y Laureline, protagonistas de la saga
Valerian y Laureline, protagonistas de la saga

No resulta sencillo condensar en unas pocas palabras mi opinión sobre una saga que nació en 1967 y que se remonta hasta el año 2013 y que en verano de 2017 volvió a ponerse de moda gracias al estreno de la película Valerian, de Luc Besson; encomiable –aunque a mi modo de ver fallido– esfuerzo por acercar esta obra al gran público. De hecho, esta ha sido una saga que nunca ha estado de moda; ha sido alabada por crítica y público específico a lo largo de los años, aunque sin llegar a alcanzar tanta repercusión como otras obras. Quizás, el mayor reconocimiento internacional que ha tenido ha sido ser fuente directa de inspiración para Lucas en la creación del universo Star Wars, así como base de gran parte de la ciencia ficción que aún en la actualidad nace en series, películas, novelas o cómics. Es decir mucho y también es decir nada.

Descarté casi de inmediato la idea inicial de reseñar solo uno de los tomos de la serie porque creo que el mayor disfrute de Valerian y Laureline se logra visitándolo en su conjunto, acompañando a los dos protagonistas a lo largo de todos sus viajes por este increíble universo y contemplando la evolución de los personajes y de los mundos al cabo de los años. Una aventura que abrieron los autores a finales de los sesenta y que cierran ya avanzado el siglo XXI convirtiendo la saga en una historia completa con principio y final.

Lucas se inspiró en muchos detalles de esta serie para la creación de su saga espacial
Lucas se inspiró en muchos detalles de esta serie para la creación de su saga espacial

La grandeza de esta obra, tanto a nivel visual como narrativo, se debe a la inteligencia de dos franceses que han dedicado prácticamente toda su vida laboral a este trabajo. Es curioso observar cómo Jean-Claude Mézières, el ilustrador, no tiene más currículum como historietista que esta obra, al margen de algunos esporádicos y pequeños escarceos difíciles de encontrar en su biografía. Pierre Christin, por su lado, aparte de una serie en colaboración con Jacques Tardi y Enki Bilal, tampoco se ha prodigado mucho más en el mundo del cómic. Del color de la serie se encargó Évelyn Tranlé, aunque nunca ha trascendido su trabajo en la obra, posiblemente porque siempre estuvo bajo la intensa supervisión de Mézières.

Como ya habréis podido observar, reseñar una obra de estas características necesitaba de una introducción que contextualizara la parte más complicada de cualquier reseña: dar una respuesta analítica y detallada que justifique y dé sentido a las impresiones que nos produce una obra de arte que, como tal, siempre estará supeditada a factores subjetivos; es decir, tratar de argumentar y objetivar nuestra impresión general. ¿Por qué hablo de ‘grandeza’ cuando me refiero a esta saga? ¿Por qué he disfrutado y sigo disfrutando Valerian y Laureline?

Diseño de vehículos espaciales
Diseño de vehículos espaciales

Seguramente la parte más destacable de la serie sea la creación del universo, un verdadero estudio antropológico del ser humano camuflado en diversas razas alienígenas, en diferentes culturas y sociedades aparentemente alejadas de la historia terrestre, desde las que se analizan nuestros aspectos sociales y políticos, siempre desde la óptica crítica y optimista de dos autores enamorados sin duda de la historia de la humanidad. Y en esta creación del universo es donde más crecen los autores. La espectacularidad de los dibujos de Mézières es admirable en las ciudades y poblados; en el diseño de los vehículos, detallado y variopinto; en la variedad y belleza de los entornos naturales, donde los soles de cada mundo dotan de diferentes colores cada atmósfera y hacen de cada territorio un lugar único; en el impresionante y completo diseño de cada raza (el bestiario de esta serie ha dado lugar incluso a dos tomos a modo de enciclopedia galáctica: Los habitantes del cielo, 1991 y Los habitantes del cielo II, 2000).

Todo ello apoyado –y aquí vemos la mano de Christin, aunque resulta complicado separarlos– por un diseño de escenarios meticulosamente elaborado, que justifica por la propia historia de cada lugar su estructura, un diseño de vehículos directamente relacionado con la evolución de cada cultura, un diseño de vestuario adaptado a cada raza alienígena, a sus características y también, como no podría ser de otra manera, a su historia. En definitiva, una riqueza y variedad que no puede dejar indiferente, elaborada con gran meticulosidad y trabajo, sin dejar casi nada al azar. Todo en el universo de Valerian y Laureline tiene vida y entidad propia.

Arquitecturas y paisajes espectaculares
Arquitecturas y paisajes espectaculares
Los pájaros del amo, 1973, uno de los tomos más recordados de la serie
Los pájaros del amo, 1973, uno de los tomos más recordados de la serie

El diseño de los personajes merece también mención aparte. El hilo conductor de la serie lo forma la pareja protagonista, Valerian y Laureline, y resulta un interesante ejercicio observar cómo han evolucionado a lo largo de los años, cómo ha madurado la relación entre ellos y cómo se han desarrollado, tanto a nivel personal, como en su actitud frente al universo del que forman parte.

La ilustración de la pareja protagonista fue evolucionando con la obra
La ilustración de la pareja protagonista fue evolucionando con la obra

Ya resultó en sus inicios algo transgresor convertir al personaje femenino de la pareja en el ‘héroe’ de la misma, acostumbrados como estábamos por entonces a historias de aventuras en las que héroes masculinos salvaban a damiselas en apuros. En esta saga, Laureline suele ser siempre quien acude al auxilio de Valerian; de hecho, en el primer encuentro entre los personajes, en La Tierra del siglo XI, Valerian es rescatado por Laureline de una hoja gigante que le atrapa durante la noche (Los malos sueños, 1967).

Primera aparición de Laureline en la serie
Primera aparición de Laureline en la serie

Sin embargo, al igual que ocurre a menudo en las grandes obras del cine, los actores secundarios brillan en ocasiones incluso más que los protagonistas, tanto los recurrentes (los adorables negociantes Shinguz, el flemático Albert, Ralph, el glapum’tiano amante de la gastronomía vegetal…), tanto los que aparecen en menos volúmenes. Estos personajes inolvidables no hacen sino cohesionar aún más el universo en el que se desarrollan las aventuras y dan el contrapunto cómico a cada historia.

Es importante señalar también la evolución de los dibujos de Méziéres a lo largo de la saga, así como el giro radical que dio a las ilustraciones a partir del tercer tomo de la serie. Tanto en Los malos sueños, 1967, como en La ciudad de las aguas turbulentas, 1970, se nos presentan los personajes con un dibujo algo infantil, con evidentes referencias al Lucky Luke de Morris. Resulta obvio que la serie nació con la idea de convertirse en una especie de Lucky Luke del espacio, pero en el segundo tomo, la historia de ese Nueva York sumergido en las aguas tras un cataclismo provoca en la saga un giro hacia un cómic más juvenil y adulto, que se observa de forma total en la ilustración y de manera algo más sutil en el guion. Ese temprano renacimiento de Valerian y Laureline ya se aprecia en el tercer tomo, El imperio de los mil planetas, 1971, habitualmente primer tomo de las diferentes ediciones. Aquí nos encontramos ante un cómic absolutamente renovado y alejado del trazo infantil mostrado antes, con entornos naturales y urbanos de tono realista, personajes alienígenas amables, divertidos y de dibujo incluso caricaturesco, y protagonistas humanos de líneas sencillas a caballo entre lo real y la caricatura. Y en esta línea evolucionará y madurará la serie a lo largo de los años.

Esto es algo que aquel que se acerque por primera vez a esta aventura espaciotemporal debe tener muy en cuenta, ya afronte su lectura de manera cronológica o bien siga el orden marcado por las diferentes ediciones. Hoy en día, aquí en España, su acceso resulta sencillo a través de los siete tomos integrales editados por Norma Editorial (2006-2010).

Los malos sueños, 1967
Los malos sueños, 1967
La ciudad de las aguas turbulentas, 1970
La ciudad de las aguas turbulentas, 1970
Rehenes de Ultralum, 1996
Rehenes de Ultralum, 1996

Como ya dije al principio, no es sencillo centrarme en un solo tomo de la colección, la verdadera fuerza de esta aventura está en su conjunto. Pero si tuviera que destacar alguno, probablemente señalaría los tomos dobles Metro Châtelet dirección Casiopea y Brooklyn Station término Cosmos, 1980-81 o Los espectros de Inverloch y Los rayos de Hypsis, 1984-85. O quizás Mundos ficticios, 1977, o El país sin estrella, 1972, o El embajador de las sombras, 1975…

Poco más que añadir, salvo la recomendación a todos los lectores a sumergirse por primera vez (o por enésima vez, como es mi caso) en este increíble universo donde nuestros ojos se maravillarán ante los paisajes de mil colores, las espectaculares arquitecturas, la variedad y riqueza de multitud de culturas y sociedades extraterrestres, los fascinantes alienígenas de toda forma y color y la divertida y entrañable relación de la pareja protagonista.

Los héroes del equinoccio, 1978
Los héroes del equinoccio, 1978
Esta ilustración de Metro Châtelet, dirección Casiopea, 1980, fue utilizada en diferentes ediciones en las guardas de los tomos
Esta ilustración de Metro Châtelet, dirección Casiopea, 1980, fue utilizada en diferentes ediciones en las guardas de los tomos