Cada vez que me acerco a un nuevo tomo del Príncipe Valiente me quedo embelesado admirando el arte de Harold Foster. Este tomo da clara muestra de ello, Foster innova y perfecciona su dibujo con composiciones espectaculares, dignas de estar expuestas en cualquier museo del mundo. Harold Foster, es capaz de escoger el color adecuado para recrear la atmósfera que requieren todas y cada una de sus viñetas, sobresaliendo de manera notable, el uso de los colores tenues y oscuros en las escenas nocturnas, donde la luz toma un claro protagonismo. Una referencia única e inmejorable a nivel artístico.
Pero no todo me a resultado tan placentero en este quinto tomo, entiéndase bien, que no quiero, ni pretendo menospreciar una obra de este calibre, pero aún con los esfuerzo del gran Rafael Marín en la introducción del tomo, intentado decirnos sin ser explícito, que esta obra fue escrita en una sociedad de principio/mediado del siglo pasado, a pesar de eso, no he podido dejar de mirar a Aleta con una mirada del siglo veintiuno. Marín, nos comenta que Aleta es una mujer avanzada a su tiempo, y siendo esto verdad, frases con clichés estereotipados dirigidos al lector masculino donde se aboga por la mujer “modélica”, me han sacado de la lectura en más de una ocasión. Comentarios como, “armas de mujer” o las aficiones que se les otorga a las mujeres en estas páginas, le hacen un flaco favor a la obra, siendo el tiempo un claro enemigo. Sí, lo sé, volvemos al contexto en el que fue escrita, pero por mucho que quiera situarme, no deja de descolocarme.
Pese a ello, he de reconocer la fortaleza de Aleta en estas páginas, pasando de secuestrada y carga pesada, a líder y defensora de Val a lo largo del primer tramo de la historia, mostrándonos una gran personalidad, fuerte y determinante.
Cuando Foster se centra más en las aventuras y desventuras de Val , liderando rebeliones o aplacándolas como caballero del Rey Arturo, es cuando más disfruto de la lectura. Ver, oir y sentir cada golpe, vestiduras desgarradas o admirar el detalle en los bosques y castillos, me causa un placer inexplicable.
Al finalizar el tomo, tras un periplo por desiertos, enfrentamientos con villanos y un fugaz regreso a Camelot junto Gawain y el Rey Arturo, Val regresa a su tierra natal. Es aquí, donde cobran más sentido sus hazañas, es aquí, donde rudos norteños con aspecto vikingo se entremezclan con señores medievales, es aquí, donde la nieve lo cubre todo, aquí, en estas tierras tan frías, Val y su reina, brillan con más fuerza.
Príncipe Valiente de Harold Foster, una obra con un valor y calidad artística incalculable, historia del noveno arte.