Manuel Vázquez Montalbán, poeta, periodista, ensayista pero sobre todo novelista; creador de Pepe Carvalho, el protagonista de una serie de novela negra que comienza con Tatuaje (1974) y a la que seguirán más de una veintena de títulos. Así, este personaje ex agente de la CIA, idealista, ácrata, desencantado y ex militante comunista que se define a sí mismo como “un apóstata cínico” se convertirá en un personaje paradigmático del género negro. A partir de Tatuaje y a lo largo de cuarenta años podemos seguir sus aventuras y desventuras, de forma que las novelas se convierten también en una crónica de la historia reciente de España, que abarcan desde la Transición a bien entrado el siglo XXI.
Partiendo del respeto al espíritu original del investigador privado de la novela, Hernán Migoya y Bartolomé Seguí se enfrentan al reto de realizar una nueva adaptación de Carvalho, que ya saltó al cine, a la pequeña pantalla y ahora revive en forma de cómic.
Un tatuaje tan poco convencional como “He nacido para revolucionar el infierno” en un cadáver le da pie a nuestro detective a iniciar una investigación, siempre por unas bonitas recreaciones de las calles y edificios de la Barcelona de los 70. Igual que en las novelas, también en el cómic se ha plasmado de forma magistral el ambiente, la forma de vestir o el mobiliario de la época. Está plagado de alusiones a la música que se escucha, las películas que se ven…y se reflejan los gustos tan personales de Vázquez Montalbán, muy aficionado a la gastronomía y a unas Ramblas de las que Carvalho afirma, quizá de forma autobiográfica: “amo este paseo como amo mi vida”.
Hernán Migoya (Todas putas, Olimpita, Plagio, que ya ha tratado el tema de la guerra civil española en “Nuevas Hazañas Bélicas”), responsable del guión y Bartolomé Seguí (Premio nacional del cómic en 2009 por Las serpientes ciegas) como dibujante se desvelan seguidores y admiradores de la obra de Vázquez Montalbán. Quizá por eso han logrado resucitar el alma de Pepe Carvalho en esta primera entrega de la serie, su ironía, su desencanto, mantener el ritmo y el interés en la trama, recuperar la estética de la época y, en conjunto, que vea la luz una excelente adaptación gráfica de este clásico de la literatura española.