Reseña de Ether #1. La muerte de la última Llama Dorada

Ether es un mundo sobrenatural, mágico y armonioso, sólo accesible a los que están dispuestos a morir y a perderlo todo. Pero su idílico equilibrio termina con el asesinato de la última Llama Dorada, que desencadena un sinfín de sucesos inexplicables que hacen necesaria la presencia de una mente preclara para resolver los problemas. Boone es un científico para el que “la magia son solo fenómenos para los que aún no se ha desarrollado un lenguaje”. Es decir, todo es cuantificable, todo se puede explicar de forma racional.

El planteamiento que hace Kindt del cómic es muy atractivo, sobre el choque o, más bien, de la colaboración entre la magia y la ciencia, lo real y lo imaginario que, de pronto, también es real, de los límites del conocimiento. Pero se pierde en su desarrollo, que es bastante simplista, lleno de tópicos, y acaba por escribir una historia desmadejada, sin mucha coherencia.

La cartografía del reino mágico, con el País de Jauja o la Nube Cuco, está plagada de seres extraños, de monstruos, dioses, brujas y hadas. En el mundo real vive Boone con su familia. Dos mundos paralelos destinados a no encontrarse, hasta que empiezan a proliferar los portales que los comunican, un problema que amenaza con destruirlo todo. Con el convencimiento de que “una mente con una fuerte voluntad es más poderosa que cualquier arma” Boone pondrá todo de su parte para devolver el orden al mundo que le apasiona.

Ésta es la propuesta que surge del encuentro del guionista Matt Kindt con los dibujos de David Rubín. Kindt ha trabajado para el universo DC, para Marvel, que le encargará el relanzamiento de Marvel Knights, ha desarrollado la serie Dark Horse MIND MGMT y actualmente realiza como autor completo Dept. H. David Rubín por su parte está trabajando en varios episodios de la serie Black Hammer que se ha publicado a lo largo de 2017. Ether es su tercera incursión en el mercado del cómic americano y en la actualidad está dibujando el tomo 2, además de la serie Rumble. Así que aún queda por descubrir hasta dónde da de sí el ingenio de Boone y el mágico mundo de Ether.