El Kilian se ha comido un meco contra el canto de la mesa que ahora se desangra a chorros y casi se le puede ver el cerebelo. A la Yanira, que es la hermana mayor, se le ocurre pedir auxilio a los jevis de abajo, que son un par que huele raro. El Jose, entretanto, permanece abducido por su casiotone. Un casiotone a pilas. Un casiotone de mierda.