Aroha Travé, digna heredera de la revista ‘El víbora’ y su línea chunga, la cual descubrió en 1996 según nos comenta en el apartado de agradecimientos del final de la obra, nos regala en esta, su primera obra, un relato digno de un autor consagrado, y es que Aroha Travé consigue que sintamos empatía y cariño por sus protagonistas.
Con un relato fluido y sin freno durante los cuatro capítulos que componen la obra, las risas están aseguradas, este, la risa, es uno de lo puntos fuertes de la obra, y no lo digo porque me haya reído como un loco, sino porque dentro de esas escenas delirantes, hay duras realidades, que la autora recrea de manera excepcional con un mensaje inequívoco de crítica a la sociedad, la autora nos enseña los valores que sustentan la gente de barrio de extrarradio de las grandes ciudades, aquellos valores que hacen que sigan adelante con sus vidas.
Los guiños a la cultura más popular son constantes, desde una portada del propio “El víbora” en la página inicial del capítulo uno, hasta camisetas de “Junco”, Kiss, Doraemon, adivinos televisivos, Akira y un sin fin de cosas que es casi imposible apreciar si realizas una lectura rápida, tal y como pide el cómic.
La felicidad de los tres hermanos protagonistas, la Yanira, el Kiliam y el Jose, contrasta con todo aquello que les rodea, y es que su madre, pese a su baja cultura, rebosa amor incondicional por sus hijos, un amor que no sabrá expresar con palabras, pero que suple con su cariño, tan loco y estridente como apasionado. Su prima y amiga del alma, la Toñi, también es un valuarte como figura para estos niños, que con su fantasía desbordante correrán aventuras y se verán involucrados en más de algún embrollo.
La crítica a la violencia, església, homofobia, el reflejo de la decadencia del ser humano, su hundimiento y frustración, se refleja en toda la obra. Que pese a ello, tal y como he comentado, me ha llenado de alegría, por ver y comprobar la fortaleza del ser humano.
Que maravilla, que locura, que bien escrito, ¡Oh! ¡como me he podido reír con el Chamorro!, el yonki del barrio, que protagoniza momentos surrealistas llenos de ingenio, momentos que quizá muchos de nosotros hayamos vivido, lo cual, si lo pensamos bien, podríamos llegar a la conclusión que la autora nos está incitando a reírnos de nosotros mismos. ¡Qué difícil es hacer eso Aroha! ¡Que difícil es conseguir arrancarnos una sonrisa de nuestras miserias convirtiéndolas en virtudes!
Aroha, por gente como tú amo al cómic, gracias por expresar de manera extraordinaria lo que llevas dentro, gracias por compartirlo con nosotros. Cuando oí hablar de tu obra, no hubiera imaginado que me gustaría tanto, y si me hubiera gustado la mitad de lo que lo ha hecho, seguiría estando en mi lista de los mejores del año.
¡Gracias Aroha! ¡Gracias!, amor incondicional para ti.