Reseña de Kingdom Come

por Juan Carlos García | 28 de agosto de 2020
Hay obras que nos hacen pensar sobre el género que estamos leyendo, sobre sus virtudes y sus aciertos, pero también en sus fallos y momentos más bajos. Esta semana pretendo volver a la atmósfera superheroico con una reseña bastante simple de lo que es una de las obras favoritas de muchos del universo DC. Como bien sabéis, Kingdom Come es una obra ideada en un principio por el gran artista realista Alex Ross, el cual, junto a Mark Waid, materializaron durante la década de los 90 un clásico instantáneo que no va a perder su aroma a moderno hasta dentro de muchas décadas en el futuro.

Ya sabéis que me he estado centrando en Vértigo estas ultimas semanas, pero el género de superhéroes es uno que me apasiona y del que probablemente nunca deje de hablar. Dicho esto, quiero dejar clara una cosa antes de abordar esta historia de 4 numeritos. Para empezar quiero decir que al igual que su calidad y la cantidad de extras con los que suele venir esta historia a día de hoy en sus recopilaciones, los temas para poder hablar de la obra daría para todo un articulo en profundidad tocando cada detalle, paralelismo, referencia y curiosidades, así que desde el primer momento voy a decir que voy a hacer un balance de la historia en general, porque seamos sinceros, esta es una obra de la que podríamos comentar desde las referencias a DC a lo largo de su historia, tanto en cómic como en otros medios, el maravilloso legado que vemos por aquí, las figuras mesiánicas y las referencias a la misma biblia o incluso la influencia que ha tenido esta historia mas tarde en el universo. Pero no, no lo trataré, porque como en la mayoría de mis reseñas, pretendo que sean sencillas, directas y sin spoilers, por si alguien entra por curiosidad o para informarse y ayudar de cierta forma a esa persona a que tome una decisión por sí misma. Dicho esto, vamos allá.
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Kingdom Come es una historia que se ubica bajo el sello de “Otros Mundos” que se publica en un momento en el que la popularidad de los personajes superheroicos ha cambiado completamente. La figura paramilitar del antihéroe recorre los quioscos y la popularidad de estas figuras de puro poder sin ningún tipo de moralidad están a la orden del día. De cierta forma, con esta obra, sus autores dicen algo como “vaya, que tiempos más convulsos los 90, los héroes ya no son lo que eran”, lo cual es totalmente valido, al igual que si eres un lector de los 90 y disfrutas de estas historias. Pero vayamos al mundo de la obra.

La Tierra ya no es como la que conocemos, el tiempo ha pasado, los superhéroes están creciendo, un día nos enteramos de que el mismo Joker ha atacado la sede del Daily Planet matando a muchas personas, incluida la mujer de Superman, este le lleva a juicio y antes las presiones, una figura mas radical, Mogag, se toma la justicia por su cuenta y sin preguntar a nadie, decide matarlo a sangre fría, esto escandaliza a todo el planeta, pero de una forma que no podríamos haber esperado, este personaje empieza a ser respaldado por muchos sectores inspirando a una nueva generación de superhéroes o antihéroes que estarán dispuestos a lo que sea para acabar con el mal, sin importarle todo el daño colateral que produzcan. Todo esto hace que muchos héroes de la vieja guardia se exilien o se retiren, pero llega un momento en el que el descontrol es tan grande, que las viejas leyendas tienen que salir del retiro para acabar con estas atrocidades que se cometen todos los días por los nuevos “héroes”.
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Durante toda la obra somos testigos a través de los ojos de Norman, un sacerdote que ha perdido la fe en el mundo que es sentenciado por el Espectro a ser testigo del Juicio Final de la humanidad. Tiene que mantenerse viendo como ésta era de maravillas va a desencadenar el fin de los tiempos. Waid hace un ejercicio sensacional en el que nos enseña la importancia de los superhéroes de la vieja escuela, pero no solo de las figuras de estos dioses en el mundo, diciéndonos que está bien o que morales tenemos que interiorizar, sino la importancia de nuestra humanidad, de nuestros fallos, para poder dejar al resto y a nosotros mismos tener esperanzas y sueños, para de una forma un poco más poética, tener un futuro más brillante y justo en el que vivir.
Reseña realizada por Juan Carlos García
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