Ha llegado el fin para mi, nunca más volveré a leer DMZ por primera vez, una de las grandes obras del noveno arte. Brian Wood y Riccardo Burchielli se merecen mi máximo respeto y admiración por lo que han conseguido, si soy lector de cómics es por cosas como esta.
Podría ceñirme solo a la trama, hacer una sinopsis de lo que os encontrareis en las últimas páginas, el nacimiento de los Estados Libres, la resolución del conflicto, Parco Delgado o el papel final que ejercerá Matty Roth, pero prefiero hablaros de otras cosas, prefiero dedicar mis última líneas a la experiencia vivida y a lo que me han hecho sentir sus autores.
El miedo, ¿qué es el miedo?, el miedo es una sensación de angustia, de desconfianza, el miedo es capaz de crear y movilizar masas, que lucharán sin cesar por una idea, por un motivo etéreo, por una meta tan frágil que puede deshacerse con un soplido.
Las personas con carisma, son el arma del miedo, una persona carismática con ideas nefastas, es un líder peligroso. Nosotros, la humanidad, nos regimos como animales, escogemos y seguimos el dictamen de nuestro líder, pero en pos del intelecto y como síntoma de nuestra inteligencia superior sobre el resto de las especies, renombramos a nuestro líder con nombres tan particulares como, alcalde, presidente o capitán, entre otros denominativos.
Un líder es capaz de emocionarnos, de remover nuestro interior y darnos motivos para la lucha. La familia, el trabajo, la cultura, la ciudad en la que vivimos, nuestro idioma o nuestro país, son motivos suficientes para alzarse en contra de un objetivo marcado. Estos alzamientos, son visibles en nuestra sociedad, a través de los medios de comunicación, el cuarto poder, poder que en ocasiones está controlado por los mismos líderes que nosotros hemos escogido. Esos líderes que juegan con nuestros miedos, alzan su voz y consiguen de nosotros una reacción, una reacción que les hará ganar un asiento cómodo en lo más alto de la pirámide de poder de la sociedad establecida. Un poder que acallará nuevos alzamientos si le conviene o que agrandará su efecto si le es beneficioso. Una vez instalados en la cumbre del poder, su objetivo, por el cual nos a alentado y por el que nos hemos alzado, empezará a diluirse, cual gota de lluvia en un mar.
En la vida o en la guerra, hay personas, que no han nacido para ser líderes, no necesitan grandes imperios, ni poder, ni reconocimiento, lo único que necesitan es que su entorno evolucione a una velocidad adecuada para ellos, casi imperceptible. Esas personas no moverán montañas en un estado normal, pero si su estatus quo se ve amenazado, moverán el mundo.
El orgullo, la manipulación, la avaricia, la tristeza, el amor, la bondad, la comprensión, todos estos sentimientos y emociones se reflejan en estas páginas. El relato de Wood es un tiovivo de todos ellos y los dibujos de Burchielli su espejo.
He leído en los artículos que se incluyen al final del tomo, que hay gente que se ha quejado del final del protagonista principal de la obra, considerándolo no adecuado, pero esta no es una obra convencional, que le dé al lector lo que esperar o desee, esta es una obra real, en la que sus autores han llegado más allá de un simple relato, explorando la naturaleza humana y su moralidad.
Gracias Brian Wood y Riccardo Burchielli por esta reflexión del ser humano, gracias por vuestro análisis y por escribir este relato de sentimientos humanos que no juzga a sus actores, si no que nos invita a la reflexión. Esta es mi reflexión de la obra, lo que yo he podido sacar de ella, entre horas de entretenimiento. Quizá sea una reflexión equivocada, pero es la mía, así pues, os invito haceros con ella y a compartir vuestra experiencia como lectores con esta gran comunidad que es la nuestra, la comunidad comiquera.
Por último, antes del punto y final, me gustaría también invitaros a realizar un ejercicio visual sobre el trabajo realizado por el artista Italiano Riccardo Burchielli, visualizando sus dibujos en el primer y en este último volumen. La evolución es más que evidente, abrazando el estilo independiente Americano pero sin olvidar su base Europea, el trazo de Burchielli se ha hecho más grueso y su narración más fluida, sin dejar atrás el detalle en sus viñetas, pero sí siendo más conciso a la hora de aplicarlo. Un dibujo que quedará en nuestra retina al igual que lo hizo el de Steve Dillon en Predicador, un dibujo que a su vez, quedará vinculado para siempre a los colores de Jeromy Cox, colorista oficial durante toda la serie.
Pocas veces leeréis algo como esto por mi parte, pocas veces leeréis algo como DMZ, leedlo.
¡Larga vida a la DMZ!