Len Wein y Bernie Wrightson son los creadores de La Cosa del Pantano, publicando su primera aparición en “House of Secrets” en Julio de 1971. Ambos fallecieron en 2017 y este volumen recopila la última historia “inacabada” del guionista Len Wein a modo de tributo por parte de la editorial DC Comics.
Muchos de nosotros llegamos al personaje a través de la etapa de Alan Moore y si nadie me corrige, quedamos atrapados ante el verde.
En este tomo encontraremos tres historias cortas e independientes. En primer lugar nos encontramos con la historia del guionista Tom King y el dibujante Jason Fabok que hace gala de su dominio narrativo. La historia por muchos alabada, es una alegoría de la vida y la muerte. La Cosa del Pantano se hace cargo de un niño en mitad de una tormenta de nieve, el frío y el transcurrir del tiempo van acabando con su energía vital, hasta que finalmente comprende o acepta el ciclo de la vida.
Personalmente me ha parecido una buena historia, pero no la pondría entre las destacadas de Tom King.
La segunda historia está guionizada por Len Wein, titulada “El despertar de la primavera”. En realidad es una primera entrega de una historia que debería haber continuado en futuras entregas. La historia no incluye textos debido al fallecimiento de Wein, ya que dicho guionista introducía los textos al final del proceso, una vez el dibujante entregaba sus páginas acabadas. La editorial ha preferido dejar las páginas únicamente con el dibujo, añadiendo el guión íntegro al final del relato, lo cual me parece muy acertado.
Kelley Jones realiza un buen trabajo, traspasando al papel aquello que Wein le describe.
Por último y para finalizar el tomo, nos encontramos con “La caja con forma de corazón”, que en mi modesta opinión, es la mejor historia de las tres. Mark Russell al guión, nos ofrece un romance trágico envuelto en la fábula del monstruo que desea amar, la trama evoca a las grandes historias góticas de Mary Shelley. Además del guión, cabe destacar el buen hacer narrativo de Russell, que hace gala de una muy buena prosa.
Pero esta historia quizá podría llegar a pasar desapercibida si no estuviera acompañada por el magnífico arte de Frazer Irving, otorgando un toque de fábula misteriosa muy acertado que encaja perfectamente con el personaje.