Cómpralo en AmazonEl maestro Hergé además de recopilar una extensa información sobre posibles viajes a la luna por parte de la humanidad, quería que su historia de ciencia ficción (en el momento que la planteo) fuera lo más realista posible, evitando la aparición de cualquier tipo de vida extraterrestre, ciñéndose tan solo en estudios realizados por expertos de la época.
Aún así, es sabido que unas de las influencias del artista Franco-Belga, fueron la novela de Julio Verne ‘Alrededor de la luna’ y la la película estadounidense de 1950 ‘Destination Moon’.
Este nuevo álbum retoma lo sucedido en el volumen anterior, encontrándonos a Titín junto con sus amigos y el científico asistente Franck Wolff camino a la luna. Inesperadamente, los hermanos Hernández y Fernández, por un despiste con el horario, también se encontrarán dentro del cohete espacial, ocasionando de esta manera, un problema con el suministro de oxígeno.
Tras un par de situaciones rocambolescas y con la intervención de todos nuestros protagonistas, la expedición alunizará en el cráter de Hiparco, siendo Titín el tripulante elegido para poner un pie por primera vez en la luna.
La expedición se instalará debidamente, y el profesor Tornasol realizará varias pruebas científicas. Mientras tanto, el capitán Haddock, Milú y Titín se adentrarán en unas cuevas descubiertas por Wolff, con el infortunio que el pobre Milú caerá por un desfiladero. El rescate no se hará esperar y tras algunos inconvenientes, como era de esperar, conseguirán salir todos sanos y salvos.
Pero la verdadera amenaza aguarda dentro del cohete especial, ya que un nuevo personaje entrará en escena, poniendo en jaque a toda la tripulación. Este personaje es un viejo conocido y enemigo de las aventuras de Titín, aparecido en álbumes anteriores.
Lo mejor de la trama, empieza aquí, cada viñeta es un regalo para la historia. Con un desenlace final emocionante dentro de lo que cabe esperar, sabiendo que Hergé no se desharía de sus personajes, llegaremos al final épico y aclamado por la crítica que cabría esperar de una obra como esta.
Hergé con su inconfundible estilo, padre de la linea clara, transmite un mimo y cuidado extremo, alcanzando así una calidad fuera de toda duda. No admite discusión.
