Esta novela de Stefan Zweig tiene la particularidad de ser el último relato de ficción que escribió antes de suicidarse y la única narración en prosa en la que hace mención directa la situación política de Austria, su lugar de nacimiento, en ese momento invadida por la Alemania nazi. No parece casual, teniendo en cuenta la declaración que dejó antes de suicidarse, en la que aduce la pérdida de su mundo, de su lengua materna y la autodestrucción de su patria espiritual, Europa. Dos hechos por tanto íntimamente ligados que tienen un excepcional reflejo en estas páginas llenas de desesperación: “El interrogatorio no era lo peor. Lo peor era regresar a mi nada”.
Hasta ese momento, Zweig había sido un escritor muy reconocido, por sus famosas biografías o, más bien, relatos psicológicos sobre Balzac, Dickens, Dostoievski, Calvino o Erasmo, por sus novelas y por ensayos como los Momentos estelares de la humanidad. Formaba parte de las élites culturales y literarias de su tiempo, pese a lo que recibió amenazas por su origen judío y sus ideales pacifistas, que lo obligaron a exiliarse en 1936. Después de vagar por el mundo acabó instalado en Brasil, donde se vio incapaz de comenzar una nueva vida.
El texto es relativamente corto y sencillo, pero puede leerse también en clave simbólica. Más allá de los cuadros blancos y negros, del juego, de la obstinación, hay una lucha de la imaginación y la libertad contra el automatismo y la violencia. Como él mismo dice, “Los nacionalsociaistas, antes de rearmar sus ejércitos contra el mundo, habían comenzado a organizar otro ejército igualmente peligroso y disciplinado en todos los países vecinos: la legión de los desfavorecidos, los desamparados, los ofendidos.”
Los dibujos que acompañan el texto transmiten esa misma desesperación. Retratan a seres la mayoría de las veces aislados, en penumbra, atormentados, que le han valido el primer Premio Internacional de Ilustración Edelvives en el año 2019. Su autor, el joven mexicano David Álvarez, ha expuesto su trabajo en la Muestra de ilustradores de la Feria de Libro de Bolonia, en la Bienal de ilustración ILUSTRARTE y en la Feria Internacional de Libro Infantil y Juvenil de México. Es coautor de Bandada (Kalandraka, 2012) y autor de Noche Antigua (FCE, 2016).
En conjunto, forman un hábil relato de cómo el ajedrez deja de ser un entretenimiento o una distracción, una vía de escape de la realidad y del mundo que nos rodea para acabar convirtiéndose en una lucha, no ya contra otro contrincante, sino contra uno mismo, que puede llegar a ser su peor enemigo.