Tras finalizar el primer libro de ‘Promethea’, guionizado por Alan Moore y dibujado por J.H. Williams III, he de decir, que esta obra no es una obra recomendable para todo el mundo. Las sensaciones que me deja son contrapuestas, y es que la puedes encumbrar a lo más alto o aborrecerla drásticamente, siendo muy difícil quedarse en zona media intermedia. La sensación constante de que nos están aleccionando es un hándicap importante en su contra.
El relato se inicia en un ficticio 1999, dándonos a conocer a su protagonista, Sophie Bangs, y a su mejor amiga Stacia. Sophie, está realizando un estudio sobre Promethea, un personaje que ha ido apareciendo a lo largo de los siglos en obras literarias y cómics, encarnado por diferentes representaciones. Tras un corto paseo, las dos amigas se separan para que Sophie pueda visitar a la viuda del último escritor que hizo uso de Promethea, en este momento, descubriremos que dicho personaje existió realmente en el pasado, y la trama se intercalará entre presente y pasado, para otorgar origen e idiosincrasia.
Promethea vive en la imaginación y es representada gracias a ella, depende de la habilidad de cada escritor que su representación física sea más o menos poderosa, dependiendo de un recipiente para poder manifestarse físicamente, convirtiéndose de esta manera en la conexión perfecta entre el mundo material y el imaginario, o la inmateria como se denomina en la obra.
Como parte del viaje del héroe, la nueva Promethea, reencarnada en Sophie, deberá aprender, o mejor dicho, recuperar sus habilidades y conocimiento, por lo que emprenderá un largo viaje por tal de completar su adiestramiento.
El maestro Alan Moore comenzará a entretejer el camino del héroe junto con la parte más didáctica, enfocada en la magia y en las energías que componen nuestra existencia, siendo esta última la que puede conllevar más dificultad al lector a la hora de sumergirse en la lectura, ya que como he comentado al principio, la sensación de ser aleccionados puede llegar a sacarnos de la lectura.
Dejando esto último de lado, dentro de la trama tendremos momentos realmente espectaculares, pese a que nos puedan recordar a otras obras guionizadas por Alan Moore, obras como ‘Miracleman’ o ‘La cosa del Pantano’. Además de esto, encontraremos personajes con una clara semejanza a ‘John Constantine’, ‘Joker’ o a los miembros de ‘Liga de los Hombres Extraordinarios’.
En el apartado gráfico, sorprende ver la evolución que sufrió J.H. Williams III, experimentando y arriesgando en la composición de páginas número a número, llegando a conseguir a mediados de este primer libro, un nivel majestuoso, con imágenes que se te quedarán grabadas en la retina, imágenes en las que perderse no es una opción, sino una realidad, ya que quedarás completamente hipnotizado.
Demonios, hadas, asesinos, organizaciones clandestinas, animales y personajes mitológicos, el viaje a empezado, la luz que debe guiar la humanidad para abrir sus mentes hacia la inmateria brilla más fuerte que nunca. Fuego, agua, tierra y aire. Espíritu, compasión, intelecto y existencia física.
El mito de la caverna de Platón representado por Alan Moore y J.H. Williams III.