La Burbuja de Bertold fue seleccionada entre las mejores quince obras del año 2005, por la Asociación de Críticos de la BD. Francia, 2005 Premio a la Mejor Historieta Sci-Fi del Año por el Festival de Ciencia Ficción Utopiales, Nantes, Francia. 2005.
El cómic con una estética surrealista, presenta una sociedad, Butania, sórdida, oscura y cruel, en la que los delincuentes son castigados con la amputación de sus miembros, dejándoles absolutamente inválidos y dependientes para sobrevivir. Estos “troncos”, esperan en la plaza Feerica que alguien les ayude. El encargado de una compañía de teatro busca un amputado total para sustituir a uno de sus actores que ha muerto. Encuentra a Bertold, un técnico al que le han sido amputados los cuatro miembros como castigo por haber dicho que las reservas de gas, materia prima fundamental en Butania son limitadas y podrían acabarse a largo plazo. La verdad se castiga duramente cuando contradice el discurso oficial.
Froilán le recluta para su compañía de teatro, donde los cuatro miembros restantes son igualmente amputados totales, pero tienen unos miembros metálicos adosados, movidos por unos hilos que como marionetas, maneja una máquina que mediante varios programas informáticos, les permite hacer representaciones teatrales, cubrir sus necesidades vitales e incluso disponen de un programa de diversión y ocio que a juicio de Froilán se hace funcionar para proporcionarles breves momentos de felicidad.
Con el nuevo actor, la compañía tiene un gran éxito, su principal aportación es que tiene capacidad de improvisar y salirse del guion, lo que en un principio alarma a Froilan, pero estas “libertades” son bien acogidas por el público y le permite que continúa con ellas de forma controlada.
Este éxito alarma al Superintendente, la autoridad que controla la máquina y brazo de la “Burbuja”, nivel superior de autoridad, que asiste a una función. Bertold en sus disquisiciones habla al público de sus sueños, de la libertad y la necesidad de emanciparse provocando la rebelión.
Ya en el título el nombre de Bertold, remite al dramaturgo y su teatro con el que tiene grandes concomitancias, tanto por la estética oscura de una ciudad contaminada con chimeneas que arrojan chorros de humo, dependiente del gas, la crueldad de los castigos y el desvalimiento de la población manipulada cual marionetas por una máquina que mueve sus hilos bajo la dictadura de unos programas informáticos que a su vez es un escalón más de la cadena de control que ejerce el poder superior.
Pero lo que a mi juicio le vincula más con la obra de Bertolt Brecht, es utilizar el poder del teatro para criticar la sociedad burguesa, remover conciencias y hacer pensar a los espectadores mostrando la injusticia de su situación, pero lejos de proponer una solución, deja al público que tome conciencia y decida qué hacer. La obra tiene un trasfondo político y moral importante mostrando una sociedad contaminada, desinformada, dirigida de forma dictatorial y programada en la que los individuos pierden la libertad y hasta su identidad. Como consecuencia de los crueles castigos, nos muestra los cuerpos despojados de brazos y piernas que nos hace recordad el drama de “Johnny cogió su fusil”, que nos puede plantear incluso el tema de la eutanasia.
Por otro lado, la imagen de los “troncos” dotados de brazos y piernas artificiales, nos pone en la pista del “hombre ciborg”. En resumen, este cómic encierra muchas ideas y además de entretener puede hacer pensar y mucho.