Es el primer cómic que leo de Morrison. Siempre había leído comentarios sobre lo enrevesado de sus obras, y siempre había sentido curiosidad. Esta era una buena oportunidad, ya que al ser una miniserie autoconclusiva independiente nos libramos de la continuidad propia de los superhéroes. Además me gustaba la portada, no lo voy a negar.
Pues bien, la obra se discurre entre el ocultismo y lo onírico. Desde el comienzo, resulta difícil distinguir qué es sueño y qué es real. Aparentemente es la intención del autor, según cuenta en las páginas finales del volumen en las que nos explica que nada es casualidad, qué todas las imágenes y señales tienen un motivo y da muestras de una documentación tremenda. Visto así, lo consigue plenamente, especialmente en el tramo final de la historia, en el que los cambios de tiempo y lugar son constantes y extraños, como ocurre cuando tenemos un mal sueño.
Como conclusión, pues reconozco que no me he enterado muy bien del final. Puede que todo haya pasado, o puede que no, o puede que una parte sí... imagino que esto queda a interpretación de cada uno. No obstante, la historia en sí me ha parecido interesante y entretenida, consiguiendo mantenerme pegado a sus páginas ansioso por ver la siguiente viñeta.