Atreverse con una biografía tiene su complejidad, pero la dificultad aumenta si el protagonista es el propio padre y si el fin de la historia, o el comienzo, es un suicidio. Pero un suicidio entendido como liberación, como alivio por dejar atrás una vida de pesares, preocupaciones y sinsabores que fue la de toda una generación de españoles que vivieron un período especialmente cruel, una guerra civil. Hambre, emigración, muerte… eran los compañeros de viaje. La gente moría también de pena y de vergüenza y los que seguían con vida, lo hacían muchas veces solo por casualidad.
La vida de las personas humildes, como la del padre del guionista, es una sucesión de acontecimientos, algunos felices, lo más desgraciados. Son seres que viven acuciados por la pobreza, la desilusión… y sobre todo por la certeza de no tener ningún poder de decisión sobre la propia vida. Son arrastrados por los acontecimientos y aun así pueden estar agradecidos al azar por seguir vivos. Se convierte uno mismo en espectador de su vida.
El cómic es un excelente ejercicio de sinceridad de Antonio Altarriba, consciente de que todos vivimos ecos de heroicidad y de miseria y no duda en dejar al descubierto los de su propio padre. La historia engancha, por su ternura, y por ser al final la historia del propio autor, víctima indirecta del devenir de los hechos.
Altarriba ha trabajado de novelista, ensayista y guionista, ha conseguido una cátedra de Literatura francesa y ganado el Premio Nacional del Cómic 2010 por El arte de volar que, junto a El ala rota, compone el díptico basado en la vida de sus padres. Kim, por su parte, ya veterano miembro fundador de la revista humorística El jueves y autor de la serie Martínez el facha, también ha sido galardonado con el el Gran Premio del Salón Internacional del Cómic de Barcelona y el Premio Internacional del humor Gat Perich. Se ha lanzado al formato de la novela gráfica, aquí con su minucioso dibujo, en Nieve en los bolsillos también como guionista.
Juntos en este arriesgado proyecto, han encontrado la fórmula para transmitir los pesares de una época, la forma de pensar y sentir de una generación, el devenir de una familia y, al fin y al cabo, la vida de un hombre consciente de que, cuando todas las puertas se cierran, siempre queda una ventana abierta…