Con este noveno volumen, según comentan los autores, llegamos al ecuador de la serie. Una serie que me ha acompañado durante largo tiempo, la cual, no he visto flojear en ninguno momento, con guión trabajado y dibujo único, reconocible por cualquier aficionado.
Fiona Staples lleva dibujadas la friolera de 1.200 páginas, por lo que a nadie le debería extrañar que el cansancio ha hecho mella en ella, siendo necesario un merecido descanso, del que el propio Brian K. Vaughan ha reconocido ser necesario para salvaguardar la calidad que atesora esta magnífica serie. En ningún momento se ha planteado por parte de ambos autores, los cuales comparten su autoría, dar paso a cualquier otro artista.
Fiel a su estilo, la dibujante canadiense, basa su dibujo en la expresividad de las caras y en los planos secuencias de diálogo, exceptuando alguna que otra splash page que nos regala para deleite de todos, dejándonos lo mejor de su trabajo en las últimas páginas de este noveno volumen, donde la narración en la acción y el drama, se funden en uno de los momentos más trascendentales hasta la fecha, momento que recordaremos para siempre todos los incondicionales de esta obra.
Brian K. Vaughan sigue en plena forma, introduciendo todo tipo de mensajes en lo referente a la tolerancia, el respeto y el amor, y es que esta serie, además de ser una de las epopeyas espaciales más importantes del noveno arte, es también un canto a la familia y a sus valores, al respeto y a la diversidad, tanto en el amor como en la raza.
Todavía me encuentro en shock habiendo pasado ya unos días desde que concluí el tomo. Sí, seguramente muchos de vosotros adivinaréis por qué, o aquellos que empecéis a leer el capítulo nueve, intuyáis por las palabras de Hazel, en su papel de narradora, hacia dónde os dirigís.
Muchos de estos personajes ya forman parte de nosotros, sintiéndolos como nuestra familia, haciéndonos nuestras todas aquellas cosas que les puedan pasar, tanto las buenas como las malas. Esto, la afinidad, el poder sentir este tipo de emociones, nos dice lo bien construidos que están, siendo mérito ineludible de los autores.
Ahora toca esperar, toca digerir todo lo acaecido en estas páginas mirando al futuro con esperanza, sin olvidar el camino recorrido y todo aquello que un maestro como Brian K. Vaughan nos ha enseñado con la pluma más difícil de empuñar, el alma.
Mi primer pensamiento fue de incredulidad, me hubiera gustado retroceder las páginas para borrarlo todo, pero si no fuera como ha sido, ¿qué sentido tendría la vida? ¿nos enseñarían algo estas páginas?, la respuesta es nada, la respuesta es no.
Saga, de Fiona Staples y Brian K. Vaughan, sigue siendo la obra fresca y transgresora que muchos no quieren ver, sigue siendo lo que tiene que ser, sigue siendo lo que es.