Se celebra ahora el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamon, momento crucial en la Egiptología. Este cómic rememora otro, el de la llegada de los franceses a Egipto al mando de Napoleón. Y, en particular, indaga en lo sucedido la noche del 12 de agosto de 1799, la que Bonaparte pasó en el interior de la Gran Pirámide. Salva Rubio, siguiendo muy de cerca los pasos de Javier Sierra en su novela homónima, teje una trama en la que se mezcla la paz imperturbable del desierto con las batallas de los invasores, la tradición politeísta egipcia con los primeros estudios científicos, un mundo de magia, leyendas y dioses con el tan pragmático emperador francés, que no llega a discernir las premoniciones de los recuerdos.
Las pirámides de la explanada de Guiza se han alzado imponentes a lo largo de los siglos, como símbolos misteriosos de una civilización obsesionada con la muerte. Pero no sólo eso. La Gran Pirámide es, en palabras de Javier Sierra, “el edificio que reproduce a escala los laberintos a los que se enfrenta el alma humana cuando viaja al Más Allá”. Frente a ella, un todavía insignificante Napoleón es lo suficientemente valiente para intentar desentrañar sus secretos, porque se sabe llamado a un destino brillante.
Salva Rubio se enfrenta al reto de traducir a cómic la que el mismo Sierra califica como “la más esotérica” de sus novelas. Tal como explica en un dossier final, apuesta por simplificar la estructura, eliminando saltos en el tiempo, y por definir una línea argumental más clara, sin renunciar a la trama trepidante que engarza a dioses, soldados, sacerdotes, magos, astrólogos y masones. También Javier Sierra hace un “regalo” al lector, consistente en confesar qué es histórico y qué inventado. Resume las crónicas, aclara el contexto histórico, lo que revelan o no los textos...
El cómic es también muy potente a nivel visual, sobre todo por el carácter y expresividad de sus personajes. Comenzando por el propio Napoleón, que está inspirado en el retrato que le hizo Antoine-Jean Gross. Es excelente también el uso del color, complejo por la gran variedad de ambientes, desde las escenas del desierto bajo un sol abrasador hasta el interior de la pirámide, de una densa oscuridad.
Y es que se nota que Dalmases ya ha trabajado en adaptaciones históricas. Sus dibujos se ven muy cuidados y bien documentados: la ropa, objetos, edificios, fondos… Autor también de El Pont dels Jueus (2014), acaba de terminar la última entrega de Victus, basada en el libro de Albert Sánchez Piñol. Salva Rubio, por su parte, trabaja en cine, en prensa y es responsable de novelas gráficas como Max, los años 20, El fotógrafo de Mauthausen o Monet, nómada de la luz.
Al final, novela y cómic son una reflexión sobre la inmortalidad y sobre el ansia del ser humano de alcanzarla, contada a través de una gran historia, la de un hombre que libró numerosas batallas, quizá la más importante aquella noche de la que salió trasmutado de las entrañas del milenario edificio. Y es que “providencia, destino, fuerza mayor, plan supremo, designio, futuro… son las manifestación de Maat para mantener el equilibrio del universo. Este maneja nuestras vidas de un modo que nos resulta incomprensible”... y qué mejor que aventurarse en los entresijos de la Gran Pirámide para intentar conocerlo.