Hoy estamos más familiarizados que nunca, tras meses de confinamiento, encerrados en un piso, con miedo a lo que ocurre en el exterior, después del uso continuado de mascarillas, del alejamiento de otras personas… con lo que puede ser la vida de alguien con SQM, Sensibilidad química múltiple, obligado a permanecer así continuamente. Con inseguridad, aislados del mundo. Se trata de una enfermedad que afecta a más de un 15% de la población, de los que un 5% son patológicos y superan la capacidad adaptativa del organismo, generando problemas cutáneos, respiratorios, digestivos y neuropsicológicos, frecuentemente crónicos. Así vive Ray, el protagonista de Toxic Detective, amenazado por los miles de productos químicos que nos rodean.
El primer y más grande adversario al que se enfrenta nuestro protagonista, es a sí mismo, a superar sus miedos y limitaciones, sus frustraciones y afrontar la necesidad de salir al mundo exterior. Pasar de un mundo muy controlado, su cárcel y casa, a una ciudad caótica, violenta, anárquica, atestada de gente y tráfico, de ruido. Y después se enfrenta al reloj. Una vez fuera de su guarida, comienza la cuenta atrás, porque Ray empeora por momentos. Se debilita al mismo tiempo que empeoran las situaciones a las que tiene que enfrentarse, cada vez más peligrosas, lo cual le aporta un ritmo trepidante a la historia.
Claudio Cerdán es un apasionado de la novela negra, pero ha sustituido al clásico detective con gabardina por una figura emblemática, oscura, encapuchada, misteriosa, que se esconde detrás de una máscara. Y de su debilidad nace su fuerza. Ese artilugio necesario para respirar, para sobrevivir, le imprime fuerza y carácter, le sirve de asidero para luchar y defenderse.
Pero esta historia no es sólo una historia de una enfermedad, plantea también hasta qué punto los enfermos necesitan una vida más allá de sus cuatro paredes, hasta qué punto Internet constituye un portal a otra dimensión, en la que todo puede suceder, y todo es tan real o irreal como nosotros queramos. Una historia que mezcla realidad y fantasía, también de personas que se aprovechan de la necesidad de los demás, y es también una historia de antihéroes, en la medida que padecer SQM tienen que pelear en un mundo que funciona en su contra, un mundo en el que juegan con desventaja.
El cómic tiene además el mérito de haber vencido las vicisitudes de publicación en un momento especialmente malo para cualquier iniciativa. Tuvieron que recurrir al crowdfunding, lo cual te pone en contacto directo con compañeros, lectores, ilustradores… un despliegue de amigos que aportan su granito de arena porque confían en ti y en tu proyecto. Y es que cada uno se marca sus retos y construye su historia de superación.