Para los que se quedaron con ganas de saber qué fue de Hernando del Royo, después de tomar las raíces del Oqtal, conocer cómo murió Moctezuma o les intriga conocer la lucha que se libró en torno a Tenochtitlán, tienen una excelente oportunidad de enterarse en esta segunda, y no está claro que última, parte de la historia que comenzaba en Conquistador #1.
Los ingredientes son los mismos: personajes insignificantes, como Hernando del Royo, convertidos en semidioses, y semidioses como Moctezuma, lapidados por su pueblo. Sexo, violencia, acción, guerras continuas, paisajes exuberantes, tesoros robados, todo enmarcado en el contexto histórico de 1520, donde se cuajan las alianzas que llevarán a ganar o perder el mayor de los tesoros: Tenochtitlán, una de las mayores ciudades de su época que acumulaba enormes riquezas y con ella los extensos territorios de Mesoamérica. Tierras codiciadas pero también temidas: “Las armaduras no protegen de las viejas leyendas que moran en estos bosques”.
El cómic refleja muy bien el juego político que se establece entre los distintos actores. Cada uno confía en sus posibilidades y cree en la protección de sus dioses para conseguir sus objetivos. Conscientes de que todo lo que les rodea esconde una amenaza, los españoles tienen mucho que ganar y poco que perder. Así, alianzas y traiciones son las dos constantes de estas páginas. Traiciones entre españoles, de Hernán Cortés a Narváez, por ejemplo, pero también entre parejas, entre dirigentes de una misma tribu y, la más sangrante, la traición de Cuauhtemoc a su tío Moctezuma.
Pero también se refleja la formación de alianzas en base a intereses comunes: Velázquez de Cuéllar, tras la derrota de Narváez, intenta de ganarse la confianza de Moctezuma para que se enfrente a un Hernán Cortés, vencedor frente a su compatriota pero en clara inferioridad numérica frente al rey mexica. Por su lado, Hernán Cortés intenta ganarse la ayuda de los pueblos oprimidos por Moctezuma. Según éste, "servir a Moctezuma es un honor, servir a un español es servidumbre”. Pero pueblos sometidos por él como los hibueras no están de acuerdo con esta premisa.
Los autores, los mismos que en el primer número, Dufaux y Philippe Xavier, ya han trabajado antes juntos en historias de conquistas, de luchas con extrema violencia, también en nombre de la religión y de una infinita avaricia como son las Cruzadas. Nos dejan pues a la espera de la caída de la espléndida Tenochtitlán. Y es que, según ellos mismos dicen: “Todo poder está condenado a apagarse”.