Casi diez años desde que se publicara por primera vez El Arte de Volar de Antonio Altarriba y Kim, ha caído en mis manos y no he podido hacer más que devorarlo.
Al pasar la última página de esta obra descomunal, una sensación de tristeza y paz recorren mi interior, no sé si fuera de España se entenderán todos los matices que podemos encontrar en su interior, ni tan siquiera sé si las nuevas generaciones de este país entenderán todo lo que esconde, pero si de algo estoy convencido, es de la necesidad de obras de este calibre para que todos nosotros emprendamos el vuelo hacia la libertad.
Tras la muerte de su progenitor, Antonio Altarriba tuvo la necesidad de plasmar su historia, de buen seguro que el trabajar en ella le otorgó la paz que buscaba en esos días en los que uno no sabe cómo digerir su dolor.
Altarriba no tan solo nos relata la historia de su padre, si no que también lo hace de la historia del siglo XX de España y de toda su generación. Una infancia dura, labrada en el campo, con un padre regio. Un paso a la edad adulta plagada de ambiciones truncadas por el estallido de la guerra civil. La lucha por la supervivencia constante, tanto en la guerra, en el exilio o en el retorno al hogar. La privacidad de los ideales y las libertades. El tener que fingir que eres otra persona para evitar el dolor y sacar adelante a tú familia. Todo, absolutamente todo, está reflejado en estas páginas.
Muchos de los que peinan canas hoy en día, identificamos personajes con los que nos hemos cruzado a lo largo de nuestras vidas, ya sean familiares o no. El reflejo de una cultura impuesta y las formas de hacer o tics de nuestra sociedad, que incluso por sorprendente que parezca, se siguen manteniendo hoy. El arte de Volar, relata el origen de una manera de ser, y sería bueno que el recuerdo de este origen no cayera en el olvido.
Antonio Altarriba padre, era aviador, supo volar en el tiempo convulso que le tocó vivir y lo olvidó por un instante en su vida, pero al final de ella, retomó el mando y no permitió que le volvieran a derribar. Aprendamos del pasado, vivamos el presente, soñemos el futuro.
Kim acompaña en el dibujo, trasladando y transmitiendo todos los matices de paisajes y personas, con detalles tan pequeños en sus viñetas que nos harán revivir el momento, desde los desérticos paisajes de España, a las grandes ciudades. En las viñetas de diálogos, refleja perfectamente en cada rostro el interior y hacer del personaje.
Una obra arduamente necesaria.