Reseña de Julio Verne y el astrolabio de Urania

por Tata | 10 de enero de 2025
Sin ser un biopic, esta extraordinaria historia mezcla hechos conocidos de la vida del famoso escritor Julio Verne, con increíbles aventuras, igual que si se tratase de algunos de sus conocidísimas novelas. Porque fue un incombustible viajero, a pesar de la extendida idea de que Verne sólo viajó a través de la imaginación. Y este cómic se basa en una de sus escapadas, la que realizó a Nueva York y Canadá, con una rápida visita a las cataratas del Niágara. Estuvo sólo una semana pero, como tantas otras veces, la emoción estaba más en el trayecto que en el destino.

Los autores nos presentan a un escritor con sus luces y sus sombras. Cómo ya desde pequeño se sintió atraído por los barcos, reflejado en una escaramuza infantil con la intención de embarcarse, de la que es recuperado en el último instante por su padre. O la excelente relación con su hermano, que sí que se dedicó a la navegación, o con su editor Hetzel. Pero también la desatención a su mujer y su hijo Michel, cuya rebeldía le traerá de cabeza toda la vida.

También asistimos a un retrato excelente de la época de aquel momento, que coincide con un espectacular despegue industrial bajo el Segundo Imperio. París creció en población, industria, comercio, finanzas… Se desarrolla una gran red de ferrocarriles y se mejoran canales y puertos, al tiempo que el barón Haussmann está obrando la transformación urbanística de la ciudad. París aspira a convertirse en referencia mundial, como demuestra la Exposición Universal, en la que se presentan innovaciones de todo tipo. Entre ellas, mejoras armamentísticas que anticipan las guerras a las que se enfrentará a Europa en los años siguientes y que respaldarán un colonialismo creciente.

Hay un tercer pilar, además del personal y el social, que hace increíblemente interesante y amena la lectura del cómic, y es el literario. Encontramos constante guiños a las obras de Verne. Por ejemplo, viajó a bordo del barco más grande de su tiempo, el Great Eastern, el mismo que el de su libro Una ciudad flotante. El propósito de Verne era usar sus notas de viaje para redactar la obra. Encontramos otro guiño en la pregunta a su editor sobre qué ocurre en Europa: «¡Ya ve, mi querido Hetzel, que no estamos enterados de nada y somos como salvajes en nuestra isla flotante!”. Reconocemos también a La Stilla, una gran cantante de ópera, aclamada por el público y elogiada por la crítica, y a Vulcan Hartman, inspirador del barón Rodolfo de Gortz de El castillo de los Cárpatos.

Los dibujos, de la mano del gigante de la ilustración española Carlos Puerta, son verdaderas obras de arte. Tanto los retratos, como los paisajes o las vistas de París, cuidadas hasta el mínimo el extremo, hacen de cada viñeta un mundo fascinante en el que deleitarse con los detalles, en los rasgos, los gestos, los colores…

Da pie a este volumen el descubrimiento, a principios del siglo XX, del extraño mecanismo de Anticitera, que desbordaría la imaginación de los contemporáneos. En este caso, de uno de los mejores narradores de aventuras de la Literatura, que, tal como dice Nicolás Moragues, fundador de la Sociedad Hispánica Julio Verne, fue “un escritor con alma de marinero”. Una mezcla de genio y trabajo, basado en una ingente documentación, gracias a la que consiguió reflejar con gran verosimilitud en sus novelas tierras que jamás pisó. Pero lo importante, tal como nos dice el mensaje que nos manda a través de los siglos, está en el viaje: “Sólo aquel que sigue su estrella llegará al corazón de su destino”.
Reseña realizada por Tata
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