Mansión Arkham, una serie limitada recogida en un solo volumen, enlaza con los acontecimientos del segundo episodio del tomo 8 de Batman Eterno, que finaliza con la destrucción del Asilo Arkham, abierto en la mansión de Amadeus Arkham, para cobijar a dementes peligrosos. Pero, tras la reducción del edificio a escombros, es urgente buscar una solución. Así que Bruce Wayne, en otro gesto desinteresado hacia la ciudad de Gotham y consciente del peligro que supone tener a estas personas vagando por sus calles, cede su propia casa para alojarlos temporalmente.
Es una decisión arriesgada y que a la larga se tornará problemática, cuando empiecen a producirse los primeros asesinatos. No está claro quién es un peligro para quién, si los presos para la ciudad de Gotham o la mansión para los presos. Hay que rescatar a criminales de manos de otros criminales y la situación se vuelve más oscura, turbia y compleja según avanzan las páginas.
El guionista, Duggan, combina elementos propios del género de terror y de los thriller psicológicos. Convierte a Bruce Wayne en Jack Saw, veterano del ejército, sin techo y con problemas mentales para infiltrarse entre los inquilinos de su propia casa e investigar una serie de asesinatos y cosas extrañas que se suceden sin explicación.
Por su parte, Shawn Crystal, que ya había colaborado con Duggan en Masacre, da vida a un Batman con mucha personalidad. Experimenta con un estilo de dibujo más suelto y crudo y es una valiosa aportación al canon de Batman que, no obstante, aparece camuflado gran parte del tiempo.
La Mansión Arkham pasará a ser la Mansión Wayne, con todos los secretos que sus muros encierran pero, a pesar de todo, “estos muros deben resistir”. Unos muros entre los que se mezclan cuerdos, locos, delincuentes y que se van a convertir en un escenario claustrofóbico donde todo sucede lentamente. A los incondicionales de Batman les gustará esta vuelta de tuerca de la historia, sencilla pero eficaz.