La viñeta más expresiva de esta historia es una completamente negra, después de que la pequeña Marjane haya descubierto que han bombardeado y arrasado la casa de su amiga, con ella y su familia dentro. No se le ocurre mejor representación del sufrimiento y la impotencia que sintió en ese momento. Sólo un color, el negro, para definir sus sentimientos, sus ilusiones y su proyección de futuro. Este es sólo un ejemplo de cómo la autora consigue, a través de dibujos sencillos pero muy expresivos, trasladar al lector sus vivencias, su angustia en aquel momento.
La narración tiene dos partes fundamentales y muy distintas. La primera es la historia de una niña iraní nacida en 1969. Una biografía con tintes muy particulares, por tres aspectos fundamentales que condicionarán su vida. Primero por el lugar, por haber nacido en un país tan complejo como Irán. Segundo por la fecha, por coincidir la caída del Sah Reza Pahlevi con sus diez años, edad suficiente para ser consciente de los cambios pero escasa para comprender en realidad la esencia de los mismos. Y en último lugar por su sexo, por ser una niña enredada en un proceso de islamización creciente, con lo que eso significa.
En la segunda mitad se diluyen los aspectos políticos y sociales para centrarse en la biografía de una ya adolescente que sobrevive como puede en un país extranjero, donde no conoce el idioma y no comparte las costumbres. Es todo lo contrario, el reflejo de un drama al que se enfrentan millones de personas en todos los lugares del mundo y en cualquier época. Son las contradicciones de su misma biografía: pasar de ser la hija única de una familia acomodada a una inmigrante más en una Europa desconfiada con el extranjero.
Por eso la parte más interesante, más conmovedora, incluso más divertida a pesar de lo que tiene de dramática es la primera, la que hace a la protagonista ser quien es, su descubrimiento del mundo y de su lugar en él. Con mucha ironía pero de forma sencilla, intenta explicar cómo asimila una niña los cambios políticos, cómo se adapta a la progresiva islamización de la sociedad, cómo sobrevive a la guerra y cómo explica las incongruencias que ve a su alrededor: "la revolución es una revolución de izquierdas y la República quiere llamarse islámica” o cómo "los revolucionarios del ayer se convirtieron en enemigos de la República”.
Relata procesos históricos, como el golpe de estado que lleva al padre del sah, "pequeño oficial analfabeto" (sah Rezah Pahlevi), sin la educación de Gandhi ni el liderazgo de Atatürk, a instaurar una república. O cómo los ingleses le apoyan a cambio de petróleo. Pero sobre todo lo que le toca vivir en primera persona, sucesos incomprensibles para un niño, que oye hablar de tortura, ejecuciones, proletariado, democracia, términos cuyo significado no acaba de comprender. O sí: "mi madre usaba los mismos métodos que los torturadores". Al final es la historia de cómo una niña iraní se convierte en una mujer ciudadana del mundo, capaz de pensar por sí misma y decidir sobre su vida, a pesar de todo.