Abre el cómic una carta del mismísimo Jason Aaron dirigida al lector, invitándole a conocer, a identificarse, a unirse a su propia familia, a través del relato que él le ofrece. Pero no engaña sobre lo que el invitado se va a encontrar: una larga saga de pacíficos granjeros de Alabama que, en un punto, en el del tatarabuelo Ira Aaron, se convierten en asesinos. Y esta maldición, de odio y violencia, irá creciendo de generación en generación. La triste herencia del tatarabuelo Ira.
Aunque no está claro que se les pueda llamar exactamente “familia”, cuando no se percibe un solo gesto de cariño, ni asomo de ilusión ante la noticia de ser padres, ni ningún afecto hacia los hijos. Al contrario, convertirse en padre es cargar con la culpa de haber traído otro asesino al mundo. La herencia violenta parece recaer sobre todo en los varones de la familia, aunque las mujeres tampoco salen mejor paradas: o se suicidan o son asesinadas o, en el mejor de los casos, son jóvenes viudas. Los niños se crían odiando su apellido. Crecen acumulando rencor, necesidad de venganza, sin sentido de pertenencia, ni cariño, en una familia de la que sólo se espera desprecio, sufrimiento y crueldad.
El arranque del cómic da una idea de lo que es la rutina de un miembro de este entrañable clan: en pocas páginas asesina a un joven, luego a su novia, después a su bebé y recibe el encargo de matar a su propio hijo, antes de acabar consigo mismo. Es decir, alcanza las cotas más altas de ensañamiento, de una violencia extrema que ya no parece humana. Los asesinatos se suceden, desde el primero, el apuñalamiento a un vecino por una oveja. Es el comienzo de una espiral de violencia que lleva a la destrucción de familias enteras.
Son difíciles más muertes, más bruscas y más sangrientas en menos páginas. El guión es una continua sed de venganza. Y es que todos tienen la certeza de que el esqueje del mal que plantó su abuelo sólo terminará cuando mueran todos. Por eso, son conscientes de que pertenecen al clan de “Los hombres de la herencia de la ira. Temedlos y respetadlos a todos”.
Jason Aaron es autor de Scalped, Paletos Cabrones. También Garney ha trabajado para los mejores superhéroes mainstream, en las que ha dibujado tanto en Marvel como en DC. Su colaboración comienza en 2008 para recrear a Lobezno. Y después al Capitán América o Thor dios del trueno. Pero esto es distinto. Se proponen en la primera página hacer algo auténtico, “algo que fuese nuestro. Que fuse chungo”. Y desde luego, lo han conseguido.