Cómpralo en AmazonLo primero que sorprende es su voz, es decir, la narrativa de Marjane Satrapi, la cual consigue traspasar las páginas, con un tono sincero y sin tapujos, fiel reflejo de su personalidad, marcada por su claridad de ideas desde su infancia.
El relato, se inicia con una pequeña introducción a la historia de la actual Irán, que obtuvo su mayor esplendor en tiempos del Imperio Persa, o como mínimo, así queda en el imaginario colectivo. Las confrontaciones constantes con Iraq, Mongolia, la colonización inglesa y la llegada de los Estados Unidos, marcarán el rumbo de este país, con un rey títere alzado al trono con la ayuda de los americanos.
Pero este no es un relato de historia, sino un relato de vivencias personales. Marjane Satrapi nació en el seno de una familia acomodada y con pensamiento liberal. La influencia de su educación representada a través de sus padres y abuela, marcó su vida para siempre. Tras la caída del rey títere “El Sha” en la revolución Iraní en pos de la libertad y los derechos humanos, una nueva invasión Iraquí trunco el sueño de muchos jóvenes. Lo que había comenzado como un canto a la libertad, se fue transformando en una nueva represión aún mucho más dura y estricta que la anterior. Los fanáticos religiosos, tomaron el control del país, y en nombre de de la revolución y por temor a sus enemigos, el nuevo régimen fue endureciendo sus leyes.
Los barbudos, como los llama Satrapi, acabaron con la educación laica, cerraron universidades, impusieron el velo, encerraron y/o ejecutaron a comunistas y progresistas, además de escampar el miedo por todo el país, tal y como hacen todas las dictaduras para controlar a la población. Ante este panorama, con bombarderos constantes, un poco por temor, un poco por educación, los padres de Satrapi decidieron enviar a su hija de tan solo 12 años a estudiar a Viena, Austria.
Ya en Europa, Satrapi no tardaría en darse cuenta de los grandes defectos que padece su sociedad. Estando recluida entre monjas, comprobaría que los fanáticos religiosos son iguales en todas partes. El racismo brotaría a su alrededor. La soledad del emigrante la embargaría. Pero Satrapi haría gala de su claridad de ideas para cultivar su mente una vez más.
En la adolescencia, la rebeldía es un rasgo característico de todos los seres humanos, cuestionándose todo y a todos, Satrapi no escaparía de ella, o mejor dicho, sí lo haría, pero de la mejor manera posible, saboreando las mieles de la libertad. En ese transcurso de su vida, volvería a ver a su madre, tiempo que le serviría para recordar quien era, conocería el amor y el desamor, las drogas, las fiestas, su cuerpo sufriría cambios, hasta que finalmente la soledad la consumiría hasta un punto inimaginable. Poco después, regresaría junto a sus padres.
La vuelta a Irán resultó ser aún más dura, pero tenía algo de lo que careció durante todos aquellos años, el calor de una verdadera familia. El país había cambiado, la gente se comportaba de manera diferente, las calles lucían nombres de mártires de la revolución, y tras un periodo de depresión y miseria, decidió avanzar. Los pequeños logros de libertad dentro del régimen suponían una bocanada de aire fresco, recuperó la autoestima, volvió a la universidad, maduro, tropezó, se rehízo como persona, supo escuchar consejos de gente que realmente la quería, y así, Marjane Satrapi, consiguió su libertad.
Creerás que he explicado mucho, que he indagado y realzado los aspectos más importantes de la obra, pero no es así, esto es tan solo un retazo de lo que te encontrarás en ella. Deberás leer sus vivencias, escuchar su voz, observar sus protagonistas, conocer a las personas que realmente marcaron su vida.
Acabaré con las palabras de una de esas personas por la cual siento un profundo respeto y admiración.
“En la vida encontrarás a muchos imbéciles. Si te hieren, piensa que es su estupidez la que les empuja a hacerte daño. Así evitarás responder a su maldad. Porque no hay nada peor en el mundo que el rencor y la venganza … mantén siempre tu dignidad, tu integridad y la fidelidad a ti misma.”
