Las historias contadas “para escépticos”, ya sean la Revolución rusa, las guerras mundiales o incluso la Biblia, llevan el sello del profesor, escritor y divulgador Juan Eslava Galán que, con su irónico estilo, atrapa al lector en las tramas. Aunque se declara apasionado de la Edad Media, ha escrito sobre infinidad de épocas, temas y enfoques documentados o novelescos, biográficos o legendarios, siempre con solvencia y honestidad histórica.
En este caso, adapta su particular narrativa a un formato especialmente atractivo, el cómic, para desgranar un suceso tan complejo como fue la Revolución rusa. Pero el traducirlo a viñetas no significa renunciar a la profundidad que se merece el lector interesado en el tema: antecedentes, contexto, personajes o contradicciones en la que incurren tanto ideologías como países: "En el verano de 1917 el odio, el ansia de sangre y la crueldad más salvaje se apoderan del pueblo ruso mientras que en los mítines se ensalzaba la hermandad, la igualdad y la fraternidad".
Las páginas de este volumen constituyen un análisis serio de la Historia y la Geopolítica, que explican que Alemania ayudara a Lenin en sus comienzos o que al final los tres países de los tres primos (Nicolás II, Jorge V y Guillermo II) acaban enfrentados en una guerra. Recoge, aunque sea brevemente, un perfil de figuras tan controvertidas como Rasputin o el menos conocido Stolpyn, primer ministro renovador que acabó asesinado por no contar con el apoyo ni de la derecha ni de la izquierda.
Es muy notable lo ingenioso del guión, como la escueta pero brillante explicación a la IGM: "dentro de Europa reinaba el equilibrio y fuera de Europa reinaba Inglaterra. Pero los alemanes querían que fuera de Europa reinase el equilibrio y dentro de Europa reinara Alemania". O el metafórico combate de boxeo en el que luchan Trotsky y Stalin, que gana este último, concentrando en sus manos, a partir de ese momento, un poder más absoluto y dictatorial del que nunca tuvieron los zares No se puede contar más en menos espacio.
El dibujo, de la mano de Martín Pardo, recrea muy bien los ambientes, siempre de tonos fríos, que contrasta con el cada vez más abundante rojo comunista, casi morado. Los personajes están muy bien caracterizados y los escenarios muy documentados, como la imponente aguja de la Fortaleza de Pedro y Pablo, que inaugura la historia, o el Palacio de Invierno, hoy museo del Ermitage. Este autor empezó a publicar cómics de 1991, primero para el mercado español y después para el americano. Ha trabajado también para agencias de publicidad, para instituciones públicas, y como profesor de ilustración.
Al final, resulta un volumen ameno y fácil de leer. Muy dinámico y con mucho sentido del humor. Pero no por ello simplifica las cosas. Al contrario, invita a pensar, o más bien repensar, lo que creíamos saber sobre el tema, a no dar nada por sabido. Es una invitación a cuestionarse cómo pudieron ser los hechos y cómo nos los han contado, aprovechando también la distancia que facilita el paso de los años. Y a reflexionar sobre las atrocidades de los totalitarismos y, en este caso, sobre la infinita capacidad de sufrimiento del pueblo ruso, a veces bajo el yugo de los zares, a veces sobre el de los dictadores comunistas, pero siempre bajo la amenaza de frío y las hambrunas.