De forma muy ingeniosa, Heráclito nos arrastra en estas páginas por el río de la filosofía, que recorre las grandes áreas de esta materia abstracta, a veces densa, complicada, que es difícil abordar para los más jóvenes. Sin embargo, las cuestiones que se tratan siguen vigentes, son actuales y abiertas a nuevos horizontes. Con un planteamiento sencillo, ameno, divertido y desenfadado, se exponen los grandes interrogantes a los que se ha enfrentado la Humanidad y las respuestas que han ofrecido los distintos pensadores a lo largo de la Historia.
El guionista, Michael Patton, catedrático de filosofía en Alabama, ha trazado un camino que no sigue tanto un orden cronológico, sino que aborda los grandes temas de los que se ocupa la Filosofía: La lógica, la percepción, la mente, el libre albedrío, Dios o la ética, de forma que resulta mucho más interesante. Además, el libro ofrece distintos niveles de lectura, dependiendo de los conocimientos del lector, desde el más básico, para identificar las principales corrientes de pensamiento y nociones de los autores principales de forma fresca muy ágil. Pero sembrado de guiños con los que siempre se podrá aprender algo nuevo.
Kevin Cannon, que ha trabajado para DC Cómics y ha sido candidato al Premio Eisner, retrata de forma realista y ocurrente a los grandes filósofos de la historia. Por sus páginas desfilan Platón, Darwin, Sócrates, Descartes a Chalmers, también profesor en Nueva York, que defienden sus teorías en primera persona, dando lugar a situaciones muy divertidas. Pero, al fin y al cabo, todos hijos de su tiempo. Por eso es interesante comprobar también cómo evoluciona el pensamiento al ritmo de la sociedad y cómo, aún hoy, las nuevas tecnologías nos permiten un conocimiento del mundo y de nosotros mismos como nunca antes se ha tenido y que permite reformular las viejas teorías.
Y si hay algo que enseña el trabajo de Patton, que ha encontrado el equilibrio entre la información y la diversión, es que todavía hay muchas preguntas sin respuesta, que las certidumbres son pocas y que el río de la filosofía es cambiante, atrayente, complicado, un verdadero reto recorrerlo. Y la única manera de hacerlo es liberándose de prejuicios, pensando, discurriendo, comparando, leyendo, entendiendo... Es, en definitiva, una invitación a mojarse los pies y empezar a remar en esas aguas de las que Heráclito dijo, ya en el siglo VI a.C., "aguas distintas fluyen sobre los que entran en los mismos ríos".