En la era del libro digital, Edelvives apuesta por una edición preciosista de este clásico del siglo XIX. Con una portada entelada y parcialmente bordada, tipografía blanca sobre fondo negro, notas y adenda, esta particular edición sorprende con veintitrés ilustraciones realizadas por Benjamin Lacombe, con tinta china, gouache y óleo, que ponen rostro a la Carmen de Mérimée.
Carmen es el arquetipo de mujer fatal, gitana, algo bruja, consciente de su poder de seducción, que defiende su libertad a costa de todo. Lacombe la recrea como un personaje inquietante, peligroso, oscuro, representado por una araña, que va tejiendo sigilosa una tela en la que caen sus víctimas. Todo enmarcado por una atmósfera entre melancólica y tenebrista, acorde con el espíritu romántico de la época.
El texto, de mediados del siglo XIX y popularizado posteriormente por la ópera de Bizet, es el resultado del interés etnológico de su autor por España, la Historia y los gitanos, que le llevaron a recorrer Andalucía. Por eso, la obra se desarrolla en la Córdoba, Sevilla o Gibraltar que conoció de primera mano. Refleja los usos y costumbres, el vocabulario, los refranes de una España de contrabandistas y brujas, en la que se muere en la horca o el garrote dependiendo de la hidalguía.
Lacombe ha publicado casi cuarenta obras, ilustrando clásicos como Alicia en el país de las maravillas, Nuestra señora de París, de Víctor Hugo, álbumes propios como el cómic El espíritu del tiempo o creaciones compartidas con los textos de Sebastien Pérez como el dedicado a Frida Kahlo o El herbario de las hadas. Pero, en el caso de Carmen, actualiza un personaje decimonónico, inquietante, seductor y, sobre todo, libre, en una sociedad especialmente represiva con las mujeres. Todo un reto que, junto a un relato clásico de la literatura y una llamativa encuadernación convierten este volumen en una obra de arte.