El protagonista de Yo maté a Sherlock Holmes es el creador del famoso detective, sir Arthur Conan Doyle (1859-1930), el único que podría matar a Sherlock Holmes y el único que podría resucitarlo, ¿o no?.
Tuvo una vida apasionante, como médico, escritor, político, como marino, voluntario de guerra y gran deportista… pero el cómic se centra en el terremoto que desencadenó su resolución, en El problema final (1893), de hacer caer a Holmes por las cataratas de Reichenbach. Decisión que le acarrearía años de incertidumbres, en los que recibió todo tipo de presiones para resucitarlo y que se plasmaría finalmente en El sabueso de los Baskerville, aunque los hechos sucedían antes de la "muerte" del detective y no será hasta 1903 cuando Sherlock Holmes regrese, disculpándose por su ausencia, en La casa deshabitada: “¡Querido Watson –dijo la voz inolvidable- Le pido mil perdones. No podía sospechar que le afectaría tanto”.
El cómic representa muy bien hasta qué punto Sherlock Holmes fue un personaje muy querido y, para algunos, casi real, hasta el punto de eclipsar a su autor. Y eso que Arthur Conan Doyle fue muy buen escritor que aspiraba a ser un gran autor de novelas y que, casi un siglo después de su muerte, sigue esperando una reivindicación como escritor y como persona pública.
El relato, narrado con cierta guasa, juega con los equívocos entre realidad y ficción, con la historia dentro de la historia y recoge, al final, un índice que remite a las personas que se cruzaron en la vida del escritor de tan carismático bigote, le inspiraron e influyeron en su obra.
Luis Recasens, humorista gráfico, ilustrador y guionista, tiene una dilatada carrera. Durante 26 años, estuvo publicando un chiste diario para el PUNT y es autor de obras como la Historia de Vacarisses, la Historia de las gafas y los audífonos o El Papus .Yo estuve allí, para conmemorar que el 20 de octubre de 2023 hizo 50 años de la salida de El Papus, la mítica revista de humor que reivindicaba la libertad de expresión y que fue todo un fenómeno social. O del guion de 73 historias de pueblos y ciudades, en tono documental.
También ha trabajado sobre los comienzos del cine en obras como Los relatos de El linternista vagamundo y otros cuentos del cinematógrafo (2011), Pasen y vean o La sonrisa de Greta, en la que cuenta un episodio poco conocido de la historia: la contratación de docenas de actores y guionistas españoles, que viajaron a Estados Unidos, para versionar al castellano las producciones originales. En estas páginas retoma su pasión holmesiana que, junto a Manel Cruz, dibujante, mantienen la misma tónica de la revista Amaníaco, en la que también colaboran: personajes con mucha expresividad, gestualidad, risas y buen humor.