El período comprendido entre 1929 y 1936 fue fundamental en la lucha por los derechos democráticos de las mujeres. “Una mujer, un voto” recoge minuciosamente el camino recorrido en estos años, a través de numerosas portadas de periódicos de la época, réplica de cartas manuscritas, textos legales, incluso notas a pie de página, algo nada habitual en un cómic, ni siquiera histórico.
Esto tiene su parte positiva. Es un texto muy fidedigno, muy documentado, con las fechas exactas de cada uno de los acontecimientos relacionados con la defensa de la dignidad política de las mujeres. Sin embargo, le resta agilidad a la historia, naturalidad a los diálogos y puede hacerse algo pesado. Hay alguna página escrita casi por completo, con una letra, además, bastante pequeña.
Se vislumbra la agitada historia política española del período, con las reivindicaciones feministas, con movimientos obreros… un escenario muy complicado que terminaría en una guerra civil. Por eso, es importante poner en valor la actuación de mujeres capaces de luchar contra todo tipo de injusticias y prejuicios, de conseguir importantes logros, no sólo para ellas, sino para el resto de mujeres y el resto de la sociedad, porque entendieron antes y mejor que nadie el significado de la democracia y de ser ciudadano.
El cómic narra la historia oficial, la lucha de las principales mujeres que, desde el Congreso, consiguieron cambiar las leyes, como Margarita Nelken, más preocupada por la continuidad de la República, o Clara Campoamor, decidida a defender por encima de todo “una mujer, un voto”. Pero también de muchas mujeres anónimas que ven el matrimonio una cárcel y el marido el carcelero, para las que la maternidad supone el fin de su vida laboral y que se enfrentan a diario con una mentalidad machista.
Al final, en 1933 las mujeres españolas votaron por primera vez a sus representantes parlamentarios en unas elecciones libres. Esa fue la mejor recompensa a tantos sacrificios y la victoria más duradera.