“Canta, oh diosa, la cólera del pélida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves -cumplíase la voluntad de Zeus- desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.” Según nos cuenta el inicio de la Ilíada, la cólera de Aquiles parece haber sido motivo de muchos quebraderos de cabeza, tanto para sus compañeros en la batalla, la coalición de ejércitos aqueos, como, por supuesto, para los asediados troyanos. Y es el eje escogido por Javier Olivares y Santiago García para desarrollar su nuevo trabajo juntos, que acomete el mítico enfrentamiento de la guerra de Troya y los avatares de Ulises.
Hubo un tiempo en que la poesía era épica y oral. Y los miles de versos que conforman la Ilíada y la Odisea se cantaban, narrando historias en las que confluían dioses y hombres, héroes y villanos, todos movidos por las mismas pasiones, amor y odio, venganza, ansia de poder y de fama. Miles de años después, el tándem formado por Javier Olivares y Santiago García, tras El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde y del éxito de Las Meninas, Premio Nacional del Comic 2015, acomete el reto de traducir estas obras cumbres de la literatura universal, la primera historia de la civilización europea. Es difícil conjugar la fidelidad a la obra original y las licencias necesarias para adaptarlas al formato y mentalidad modernas; es lógico y necesario permitirse ciertas licencias pero, para mi gusto, han sido muy acertadas en algunos pasajes y menos en otros.
En cualquier caso, el formato es muy original y el planteamiento de la historia se cierra de forma perfecta. Comienza con el encuentro, narrado en la Ilíada, entre Homero y Aquiles en el campo de batalla, unidos en la lucha contra un enemigo común, y terminan con el encuentro de ambos, recogido en la Odisea, en el infierno: “eres el más dichoso de todos los hombres que nacieron y han de nacer, puesto que antes, cuando vivías, los argivos te honrábamos como a una deidad, y ahora, estando aquí, imperas poderosamente sobre los difuntos”. Ni el poderoso, admirado y heroico Aquiles ha sido capaz de esquivar a la muerte. No así al olvido, gracias a la perpetua evocación de sus hazañas.
El característico y personal dibujo de Javier Olivares tiene mucho peso en el desarrollo de la historia y resuelve de forma magistral las formaciones hoplitas en las batallas, en una guerra que no tiene fin en la que se acumulan los muertos y las escenas que condensan distintos pasajes de las obras griegas, a veces muy conocidos, a veces más difíciles de identificar. También el guión tiene partes más descriptivas, mezclados con diálogos más desenfadados, o como el divertido cuadro sinóptico que intenta aclarar quién es quién, tarea harto complicada porque, como siempre, todo depende de a quién se le pregunte…
En resumen, un libro de mitades que se complementan, de dioses y hombres, de una historia creada en la noche de los tiempos y un mensaje que sigue válido siglos después, de un Aquiles encolerizado ansioso de matar y un Aquiles rendido al amor, de un Aquiles elige la vida antes que la inmortalidad, pero que ha de verse en los infiernos para comprender que “cuando estábamos vivos, no sabíamos nada”.