Parece una apuesta arriesgada relacionar a Oscar Wilde con la Divina Comedia, por mucho que al autor irlandés fuera devoto de la obra medieval. Sin embargo, Javier de Isusi describe, con gran acierto, cómo el dramaturgo sufrió el mismo trayecto que Dante, su particular descenso a los infiernos y su posterior metamorfosis, esa transformación profunda tras “la muerte”, a partir de la cual comienza el camino de ascensión y sublimación, de la vida y el dolor.
Y es que en la biografía de Óscar Wilde hubo un antes y un después de su paso por la cárcel, por “indecencia mayor”. Igual que en la de Dante estuvo marcada por aquella semana santa del año 1300 en que, “Nel mezzo del cammin di nostra vita/ miri trovai per una selva oscura". Y del mismo modo que el florentino tuvo que exiliarse, dejando atrás casa y familia, Wilde perdió su hogar, su biblioteca, sus manuscritos, los derechos de autor, su posición social, sus hijos… y acabó desposeído de todo.
Javier de Isusi recrea, a partir de ese momento, los dos últimos años del escritor en París y el cambio que se obra en su persona. Tras toda una existencia considerada como una gran puesta en escena y defendiendo que el secreto de la vida está en el arte, Wilde encuentra su “verace via”. Aprende que el secreto no está en realidad el arte sino en el dolor. Si no existiera el dolor, nuestra alma estaría tan extasiada con la belleza y los placeres del mundo que no podría despertar. El dolor hace que dejemos de buscar fuera de nosotros para poder buscar dentro. Así que, en esta época final abandona su vida anterior, sus máscaras, sus poses, su obra literaria, para dedicarse a vivir, en los que serán los peores momentos de su vida material, pero los mejores de si vida espiritual, después de haber conocido la realidad de la condición humana.
Un planteamiento complejo del autor, abstracto, difícil de representar, para lo que se vale de un dibujo expresionista para un personaje para el que, en pleno París de la Belle époque y las vanguardias, sólo cabe el blanco y negro. Y de una ingeniosa estructura en que van compadeciendo todos aquéllas personas que compartieron estos últimos momentos con el poeta, de la misma forma que en la Divina comedia se nos hace un vivo retrato de los personajes de la época. Conocemos así a Alfred Douglas, Maurice Gilbert, Reginald Turner, André Gide, Robert Ross…que nos ofrecen distintas perspectivas de este Wilde “decadente, pero aun así, espléndido”.
Javier de Isusi, que se dio a conocer con Los viajes de Juan Sin Tierra, tetralogía inspirada de alguna manera en sus propios viajes, ya había ilustrado trabajos de Oscar Wilde, como El retrato de Dorian Gray. Ha demostrado ser un autor comprometido, con obras como He visto ballenas y, más recienmente, con Asylum, una nueva novela gráfica que aborda la temática de los refugiados y que han tenido excelente acogida. Además de ser reconocido con el Premio Nacional del Comic 2020 por su Divina Comedia.
Nos presenta a un Wilde con un gran sentido escénico de su propia vida y de sí mismo, que será al final la estrella absoluta de su propio drama y que acaba asumiendo, igual que la obra de su admirado Dante, un carácter profético y mesiánico:
Viniste a que te enseñara el
Placer de la vida y el placer del arte.
Puede que haya sido elegido
para enseñarte algo mucho más maravilloso:
El significado del dolor y su belleza.