Ponent Mon ha reeditado, con ocasión del centenario del nacimiento de Hernández Palacios, una serie de dibujos espectaculares que realizó para ilustrar Los cantos de Maldoror. Por un lado, un desafío para él, habida cuenta del carácter inquietante y perturbador del texto, pero también una oportunidad creativa sin los límites que imponen temáticas más históricas a las que también se dedicó. Pero, mientras que los dibujos han salido muy beneficiados, gracias, en parte, al gran formato de la edición, el texto ha sido tan recortado, que los seis cantos originales se han visto reducidos a unos pocos fragmentos del primero, que no alcanzan a transmitir la esencia del texto original.
El conde de Lautreamont, alias de Isidore Ducasse, fue un personaje inclasificable y misterioso. Lo es su breve biografía y lo es su obra, aunque el uso indistinto de la primera y tercera persona genera dudas sobre quién es el auténtico protagonista. Fue un icono de los surrealistas, por el aluvión de imágenes grotescas, terribles, que destilan sus textos. Intenta transmitir lo peor del ser humano, actitudes y pensamientos hoy punibles, con intención de “épater les bourgeois”, escandalizar a los bienpensantes. También se observan reminiscencias del romanticismo propio de su época, en el gusto por lo tenebroso, lo apocalíptico y terrorífico. Pero en el cómic no encontraremos rastro, por ejemplo, de su interés por, según sus propias palabras, “atacar, por todos los medios, al hombre, esa bestia salvaje, y al Creador, que no hubiera debido engendrar semejante basura”. Un dios para él “insensible a tus plegarias, a las generosas ofrendas que le entregas en holocausto expiatorio”.
Por su parte, Antonio Hernández Palacios, maestro reconocido de fama nacional e internacional, compaginó sus trabajos para el cómic francés con relatos más personales. “Se revela como príncipe indiscutible del tebeo histórico español y como uno de los diez o doce dibujantes de cómics más destacados e importantes del siglo XX", en palabras de Luis Alberto de Cuenca, que firma el epílogo de la edición. También le apoda “el Richard Wagner del cómic español”, por trasladar a imágenes distintos mitos hispánicos, tanto literarios como históricos, siendo asimismo él un creador de mitos. Y esbozar episodios contemporáneos, de la guerra civil, o de temática medieval, como Roncesvalles, Drako de Gades, El Cid o Garín.
Esta edición ofrece una oportunidad para recrearse en los dibujos del maestro Hernández Palacios, aunque no tanto en la maldad de Ducasse: "Mi razón no me abandona nunca. Y, cuando cometo un crimen, sé lo que hago. No quería hacer otra cosa".