Reseña de Batman: Año uno

por Juan Carlos García | 3 de enero de 2020
Es 1987 y Crisis en Tierras Infinitas ha ocurrido. Un evento que tenía la función de reiniciar la continuidad y cohesionar todas las tierras existentes en una sola, para de este modo, facilitar la compresión de tantos los lectores como los autores de las historias de estos personajes. Casi todas las series populares tuvieron un nuevo relanzamiento, como Superman, con El Hombre de Acero de John Byrne, Wonder Woman de George Pérez o Hawkworld de Truman. Era de esperar, que el superventas, Batman, tuviera el relanzamiento estimado. El encargado de realizar este movimiento fue el legendario Frank Miller, que venía de contarnos un hipotético final de Batman en El Regreso del Caballero Oscuro o una de las mejores historias de Marvel con Daredevil: Born Again. A este proyecto se le sumo la ayuda del gran David Mazzucchelli, artista con un estilo que muchos tacharían de simple, pero si realmente te fijas, es mucho más detallista de lo que parece a simple vista, pero de esto hablaré más adelante.

Batman Año Uno es una mini serie de 4 números que corresponden a los números 404-407 de la serie. Solo 4 números fueron necesarios para que esta historia se convirtiera en una de las más aclamadas historias de Batman, catapultándola al podio de clásicos como Watchmen, Born Again o El Regreso del Caballero Oscuro.
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En esta historia se nos cuenta la llegada de Bruce y Gordon a Gotham. Nos encontramos con una narración doble, en la que tenemos el punto de vista de estos dos personajes. Porque no nos podemos olvidar que esta historia es tanto una de Batman como de Gordon. De hecho, Miller juega con los paralelismos desde el principio de la obra, en la que por ejemplo vemos a Bruce llegando a Gotham en avión, desde el cielo y este desearía haber llegado en metro o bus, en un medio más terrenal y experimentar la oscuridad en la que se ha asumido Gotham durante su ausencia. Gordon por el contrario llega en tren y desea justo lo contrario que Bruce. En esencia esta es la historia de dos personas que llegan a Gotham con la idea de hacer bien, pero que durante el proceso, tendrán muchas más dificultades de las esperadas porque como dijo cierto guionista una vez, “Gotham crea monstruos”.

Con las narraciones de Año Uno, Miller nos permite entrar en las psiques de nuestros dos protagonistas, que van evolucionando número a número y van experimentando los horrores de una ciudad corrupta liderada por el miedo y por la mafia. Es una historia más terrenal que la de otros personajes de DC, pero eso no le quita importancia, de hecho, creo que le da un toque más interesante porque vemos a unos personajes con fallas y con debilidades y al final del día eso les convierte en más humanos y el lector puede entrar con mayor facilidad a estas historias.
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Hablando de fallas, este elemento está presente durante toda la obra, de hecho, la primera vez que Bruce va a combatir el crimen, sin traje, sin identidad, sin sentido, es vapuleado hasta casi encontrar la muerte. De hecho, es casi un milagro que saliera de esa situación. Bruce es una persona que desde la muerte de sus padres, el fantasma de ese recuerdo lo ha perseguido todo el tiempo. Llevándolo a distintas partes del mundo, para canalizar ese miedo, para entrenar mental y físicamente. Pero las acciones sin sentido, sin saber realmente quien eres pueden llevar a un camino muy oscuro del que no podrás salir.

Bruce, malherido, al borde de la muerte, comprende esto y gracias a una visión o un suceso –la entrada de un murciélago en la sala en la que se encontraba malherido- casi de forma poética, decide convertirse en un símbolo de esperanza, llevando como identidad la de un murciélago, la del caballero oscuro.

Evidentemente, todo no acaba aquí, ya que tenemos aún que ver como Batman acaba con una parte de una mafia mientras que Gordon, a la vez que se encarga de eso mismo, vemos como a pesar de ser una buena persona acaba cayendo en las tentaciones de la ciudad y empieza a cometer errores que ninguna persona debería de realizar.

He de pararme también a comentar que la construcción tanto de personajes como de la ciudad es sensacional. El hecho de que la obra transcurra a largo de un año nos da la posibilidad a los lectores de experimentar el progreso del tiempo en la ciudad. Y esto, aparte de ser mérito de Miller, yo diría que es más de Mazzucchelli, ya que es el encargado de crear todo tipo de detalles para sus personajes y para la ciudad. Sin nunca olvidar su narración gráfica, que en un cómic es siempre fundamental.
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Para finalizar me gustaría comentar el ritmo de la obra, que es brillante.

Empezamos con un ritmo lento, en el que la construcción de personajes lo es todo. Después pasamos a la exposición del mundo en el que nos encontramos mientras vemos como nuestros personajes van encontrando su propia identidad y para finalizar tenemos un clímax. Un clímax que es perfecto. Es un final que no se resuelve con una pelea superheroica al uso en la que nuestro héroe gana. No. Miller resuelve esta obra con una persecución, un secuestro de la mafia a la familia de Gordon, que debido a la caída de las tentaciones y el intentar mantenerse cuerdo en una ciudad de locos ha hecho que le lleve a esta situación. El resto es historia, Bruce salva el día y a la familia de Gordon, entablando una de las relaciones más icónicas de los cómics desde Sherlock y Watson. Milller nos da un final en el que en una ciudad de pura oscuridad, empieza a recibir un poco de luz de esperanza.

Batman año uno es la definición perfecta del origen del mito de Batman, es el comienzo de la leyenda.

Reseña realizada por Juan Carlos García
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